Condenado a 20 años, pero sin sentencia firme, diversas organizaciones aseguran que la prisión preventiva es contraria a la ley.
María Ovando tiene 48 años, 12 hijos y nietos. Ella es pobre y analfabeta. Nació en Colonia Mado, un pueblo rural de Misiones. Fue entregada de niña por su familia, abandonada, maltratada y golpeada. Ninguno de sus hijos tiene un padre que los haya reconocido, María siempre estuvo sola para criarlos, sin comida, casa ni trabajo. Su Estado no la ayudó, ni a ella ni a sus hijos. María está en la cárcel una vez más.
“La actual privación de libertad de María va contra las normas constitucionales e internacionales en materia de derecho derecho penal, derechos humanos y derechos de las mujeres», sostienen desde el Ministerio de la Mujer, Género y Diversidad de la Nación (MMGyD), que Ya había presentado un amicus curiae ante la justicia de Misiones y ahora pidió la libertad de Ovando, para que espere en libertad el proceso judicial; o al menos conceder como medida alternativa, el arresto domiciliario.
Ovando fue condenado en octubre del año pasado a veinte años de prisión por Tribunal Penal de Eldorado, que la encontró responsable de haber facilitado o consentido el abuso sexual sufrido por una de sus hijas y una nieta. En este caso, Marcos Laurindo (18 años de prisión) y Lucas Ferreira (12 años) también fueron condenados por haber cometido los abusos.
Ante los reclamos de diversas organizaciones feministas y de derechos humanos, Ovando había sido liberada el 23 de febrero, a través de un habeas corpus de sus defensores. Pero en marzo tuvo que volver a la cárcel.
perspectiva de genero
“La solicitud de su cobertura por varios motivos -explican desde el Ministerio de la Mujer-. Por un lado, no hay juicio final. La prisión preventiva es una medida excepcional y en este caso no se cumplen los requisitos para sostener la prisión preventiva, pues no hay indicios de que María pueda entorpecer el proceso judicial o fugarse. María Ovando siempre tenía razón«.
“María se encuentra en un estado de salud delicado que se ha ido agravando por el confinamiento, donde no se dan las condiciones para que reciba un tratamiento adecuado”, aseguran. María está a más de 200 kilómetros de su casa, lejos de su familia. Lo cual es una barrera para que María esté acompañada, reciba visitas y tratamiento médico”.
“Además, la presentación recuerda al Poder Judicial la obligación de valorar la prueba y analizar el caso con perspectiva de género a partir de los compromisos internacionales asumidos por el Estado argentino. Esto implica considerar el historial de violaciones que sufrió María desde su niñez y a lo largo de su vida -agregan-. La vida de María muestra alarmantes niveles de exclusión y marginalidad«.
estado ausente
María Ramona Ovando fue golpeada por su madre y su padre. Él la adoptó en otro matrimonio, que ella siguió golpeándolo hasta que él la devolvió. A los 13 años la entregaron a un hombre mayor que además de golpearla abusaba y violaba. Nueve hijos tuvo con él María. Y no reconoció a ninguno de ellos. No les dio su apellido pero sí pala, muchos. Golpeó a María con cadenas y hierros. Había otro hombre, igual de violento, tres niños más.
En marzo de 2011, Una de sus hijas, la pequeña de 3 años, murió en medio de la carretera mientras María la llevaba a Upa, caminando, a un hospital. María cavó un pozo con sus manos y lo puso bajo tierra, como se hace con los muertos. El Estado, que ni siquiera había proporcionado documentos a sus hijos, la condenó de inmediato por asesinato. Los chicos apenas comían ni tenían ropa. María recibió cupones de alimentos a cambio de romper piedras en la cantera. Tenía que dejarlos solos, incluso embarazada tenía que ir a merendar al sol. María fue encerrada y un juez repartió a sus hijos en distintas casas.
Presionada por los movimientos de mujeres y de derechos humanos, Poder Judicial de Misiones absolvió a María por muerte de su hija desnutridapero no la perdonó. Y la probó de nuevo y la encarceló.
«La juzgan como mala madre»
“Cuando entré al ministerio y vi el caso de María, comencé a estudiar el expediente y El 13 de diciembre presentamos el amicus curiae pidiendo su liberación y que sea juzgada con perspectiva de género. Quería conocerla, ponerle el cuerpo, que sienta el apoyo de un ministerio nacional, que no esté sola”, cuenta. Clarín Ayelén Mazzina, Ministra de la Mujer, Género y Diversidad, quien visitó a Ovando en prisión.
“La vi muy fuerte, aunque por momentos se derrumbó. Está un poco triste porque le gustaría ver a su familia. Es un caso complejo y Es una crueldad del Poder Judicial contra una pobre mujer que no pudo cumplir con su mandato de maternidad, hay crueldad patriarcal -dice el ministro-. No sabe leer ni escribir, fue víctima de múltiples maltratos y abusos en su niñez, lleva un historial de muchas violaciones y ausencias y el Poder Judicial la juzga dos veces por ser mala madre«.
“Ojalá el poder judicial pueda liberarlo o ponerlo en arresto domiciliario. Es un caso que va en contra de todos los derechos humanos. Ella tiene que esperar el proceso judicial en su casa, porque no hay sentencia firme y está a 200 kilómetros de su casa, no puede recibir visitas adecuadas ni tratamiento médico. La abracé y le dije en su cara que no está sola”, concluye Mazzina.
Hace días. Gabriela Carpineti, directora de Acceso a la Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, también se reunió con María Ovando en el penal luego de interpondrá un nuevo recurso ante el Juzgado Penal de Eldorado para que le conceda prisión domiciliaria que el Juez Correccional y de Menores 2 de Posadas, César Raúl Jiménez, había determinado tras el habeas corpus presentado por los abogados defensores.
“Hay mujeres a las que se acusa de ser malas madres cuando el Estado no ha hecho nada por contenerlas”Lo dijo recientemente Enrique Stola, el médico psiquiatra de la Red de Psiquiatras Feministas que estuvo en Misiones para realizar una evaluación psiquiátrica en el caso de María Ovando.
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Fuente: Titulares.com