¿Y qué le dirías a alguien que quiere ser perfectamente feliz? Tolérate y tolera más. Sí, te diría eso. Tolérate y tolera más.
Hoy ha sido un día curioso. Hablando con un amigo y seguidor de Three Minutes Enough, comentó sobre la perfección y la felicidad. Dijo que había que vivir, sobre todo vivir. Pero que el problema era intentar tener una vida lo más perfecta posible, una familia lo más perfecta posible, un trabajo lo más perfecto posible. Todo esto, me dijo, consume tu persona y te hace imperfectamente infeliz.
Me dejo pensando. Pensando en cuantas veces no me he tolerado lo suficiente buscando que todo saliera perfecto. Cuántas veces para perseguir esa perfección he sacrificado la felicidad. Tanto mi felicidad como la de las personas que me aman, que realmente no esperan la perfección sino la felicidad. Mi felicidad. Tu felicidad.
Imperfectamente infeliz porque ser infeliz nunca puede ser perfecto. Pero me dejó preguntándome si no valía la pena ser imperfectamente feliz porque ser perfectamente feliz no es verdad.
Hoy ha sido un día curioso. Por la tarde al ir a misa, el cura en su sermón dijo que el amor no va de la mano con la perfección. Ese amor significa aceptar las imperfecciones. Para amarnos a nosotros mismos debemos aceptar nuestras imperfecciones. Para amar a nuestra pareja, debemos aceptarla tal como es, con todas sus imperfecciones. Y que los niños sean amados con todos sus errores e imperfecciones. Ha dicho que el amor y la perfección no coinciden.
Dos visiones similares el mismo día por dos personas completamente diferentes. Mi amigo, cubano de nacimiento, millennial y comunicador de profesión. El cura, baby boomer, peruano, en una predicación de la misa dominical.
Ser perfectamente feliz no existe. No existe porque la perfección y el amor nunca coinciden. Porque amar significa aceptar las imperfecciones y amar a pesar de ellas. Y no se puede ser feliz sin amor. Por lo tanto, perseguir que todo sea perfecto te hace imperfectamente infeliz.
En otros episodios de este mismo podcast hemos dicho que lo perfecto es enemigo de lo bueno, sin embargo, no nos cansemos de perseguir la perfección. ¿Pero a qué precio? ¿Cuál es el momento en el que hay que dejar de buscar la perfección?
Me parece que hay tres preguntas que uno debe hacerse, y en ese orden. En primer lugar, ¿todavía hay espacio para algo mejor? En segundo lugar, ¿vale la pena el esfuerzo por el beneficio? Y la tercera, ¿el esfuerzo sacrifica mi felicidad o la de otro?
No pongamos la valla más alta de lo necesario, ni por nosotros ni por nadie. Perseguir la perfección te hará imperfectamente infeliz. Tolérate y tolera más.
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Titulares de Perú