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¿Por qué el mercado sigue sospechando? / Titulares de Finanzas

Un quiebre en el mar de malas noticias: la inflación en noviembre se moderó notablemente respecto a octubre, lo que eleva la expectativa de que los siguientes datos del IPC pueden comenzar con un «5», algo que en la Argentina de hoy ya se dice mucho. Después de todo, hay que remontarse a junio pasado para encontrar una inflación mensual por debajo del 6%.

Pero el hecho que más se celebra en el Gobierno es que uno de los rubros donde más se nota la desaceleración es la alimentación, un componente crucial para el humor social, justo cuando los índices de indigencia aumentan y los funcionarios toman precauciones para evitar disturbios en los siempre calurosos. periodo prenavideño.

En la encuesta realizada por el consultor LCG, uno de los más seguidos en el mercado, lleva seis semanas consecutivas de ralentización de la canasta de alimentos. En cuatro semanas de noviembre, la inflación acumulada de esta canasta fue de 3,5%, menos de la mitad de lo registrado en octubre.

De hecho, hay que remontarse a diciembre del año pasado para encontrar un mes en el que la comida haya tenido menos variación.

El frenazo no será muy grande

Eso sí, el índice general no registrará una desaceleración tan grande como la de alimentos porque, en compensación, ha habido aumentos en los precios reguladostales como los servicios de transporte, gas y electricidad y los bienes del personal doméstico.

Pero, en promedio, la expectativa es de una ligera mejoría. Lo que permitirá al Ministro de Economía, sergio masamantener la promesa que en su momento generó más de una sonrisa irónica: que la inflación se bajará un punto cada dos meses, para que en abril del próximo año esté en 3% mensual.

Ministro Massa pronosticó que la inflación bajará a razón de un punto cada dos meses: el mercado desconfía

El optimismo oficial se basa en una mezcla de políticas ortodoxas y heterodoxas. El primer grupo incluye aquellos que instrumentan Viceministro Gabriel Rubinstein: el ajuste fiscal y la fuerte recorte de asistencia monetaria del Banco Central para financiar el gasto. En el segundo, el publicitado acuerdo de “Precios Justos”, con el que Massa busca comprometerse a que las empresas no superen el 4% mensual en recaudos.

“Estoy seguro que vamos a seguir bajando la inflación porque cuando usted ordena las cuentas propone acumular reservas, alinear la tasa de interés, y pasar por una propuesta de acuerdo y buen uso de los instrumentos económicos para mejores ofertas para el consumidor, el objetivo es que lo lograrás», había dicho el ministro en una entrevista radial. Y, aunque las primeras reacciones fueron de escepticismo -tanto por parte de los economistas ortodoxos como por parte de los kirchneristas que critican «para la izquierda»-, lo cierto es que noviembre está terminando en línea con lo que Massa había vaticinado.

¿Es para celebrar?

Sin embargo, al leer entre líneas los datos, aparecen elementos que plantean dudas sobre si la desaceleración de la inflación de alimentos es realmente un tema a celebrar o si puede esconder síntomas preocupantes.

Y lo primero que surge es la verificación de una nueva caída en el consumo. la encuesta de Mercado de enfoque -realizada con un lector de códigos en 670 puntos de venta- está marcando mes a mes una profundización de la crisis: las variaciones interanuales de las caídas, que habían comenzado el año en torno al 3%, comenzaron a acentuarse en el segundo semestre y alcanzó una caída récord del 11% en la última medición.

El informe de la consultora que dirige Damián Di Pace Cabe señalar que la caída se concentra particularmente en el conurbano bonaerense.

“Mientras el Gobierno mantiene la necesidad de incorporar un bono a fin de año para el sector privado, hay 10 millones de trabajadores informales y por cuenta propia que no llegan a fin de mes. En el caso del monotributista, los límites para pertenecer al régimen se retrasaron nuevamente. Hoy hay cuentapropistas que son pobres siendo independientes por la carga tributaria que tienen”, advirtió el analista.

La carne vacuna, en mínimo histórico de consumo, mantiene bajos sus precios y fue la que más incidió en la desaceleración de la inflación de alimentos

La carne vacuna, en mínimo histórico de consumo, mantiene bajos sus precios y fue la que más incidió en la desaceleración de la inflación de alimentos

¿Qué hay de la carne de res?

Pero eso no es todo, porque uno de los factores que frenó la canasta de alimentos es carne de res. Y, lejos de que este dato se interprete como un logro de la política oficial, lo que se está viendo es que la reducción del precio relativo en las carnicerías es producto de una caída del consumo. Con 47 kilos per cápita al añoingesta de carne cayó a mínimos históricosincluso por debajo del registrado en la crisis de 2002.

Según un informe de LCG, es esta situación cárnica la que está actuando como contrapeso a la dinámica inflacionaria de los alimentos. Y, lo peor de todo, los analistas del sector agropecuario no creen que estos niveles de precios de la carne se mantengan por mucho más tiempo, dada la necesidad de los ganaderos de reponer su stock.

“A pesar de los datos desmotivadores, no llama la atención ya que venimos viendo que crece más la indigencia que la pobreza; lo que conforma el entramado de una sociedad donde los pobres son más pobres entre sí«, observó un informe de LCG.

¿Existe la posibilidad de que esta situación de consumo deprimido cambie en el corto plazo? A juzgar por los últimos pasos del Gobierno, no lo parece. Massa impuso su punto de vista en el debate interno del Gobierno sobre si se debe dar por decreto un aumento salarial general de suma fija. La ayuda se concentrará en una bonificación para los colectivos de menores ingresos, pero Massa ya ha dejado claro que prefiere centrar el esfuerzo en frenar la inflación que en avivar la carrera precio-salario.

“Estamos observando y viendo cómo evoluciona la caída de la inflación, especialmente este mes. Aspiramos a que la mejora de los ingresos no sea solo por bonos o paridades sino también por la caída de la inflación”, dijo el ministro. Y un dato sugerente en el marco de esta política es que se buscan «desvincular» los planes sociales de la evolución del salario mínimo.

¿Una tregua de corta duración?

Además de que la moderación en la inflación de alimentos está asociada a una caída en el consumo, existen otras razones para no estar demasiado contentos con la caída del IPC de noviembre: principalmente, que los economistas dudan de que sea una tendencia que pueda ultimo Por el contrario, proliferan los pronósticos de posibles picos inflacionarios.

Para empezar, los economistas advierten una caída en la demanda de dinero. O sea, los argentinos no quieren tener pesos en el bolsillo, y eso impulsa la compra del dólar paralelo y pone presión adicional sobre el Banco Central para subir las tasas de interés.

Economistas advierten sobre la caída de la demanda de dinero, mientras el Banco Central sigue ampliando la base monetaria por vías indirectas

Como dijo el Viceministro Rubinstein en una comentada presentación pública, cuando cae la demanda de dinero, eso equivale a un aumento en la cantidad de pesos, aunque el Banco Central no esté emitiendo moneda. Y los analistas advierten que, además, la situación puede verse agravada por mecanismos indirectos de emisión monetaria.

“Si bien el BCRA no está asistiendo monetariamente directamente al Tesoro -como se acordó en el programa con el FMI-, existe cierto apoyo al momento de comprar bonos del Tesoro del sector privado en el mercado secundario, en particular bonos con vencimiento posterior a 2023. Esto es relevante porque la capacidad del Tesoro para seguir financiándose en el mercado de deuda en pesos vuelve a estar bajo la lupa»advirtió un informe de Finanzas cuánticasla consultora que dirige daniel marx.

Esta expansión por la vía de la compra de bonos provocó en las últimas semanas, según la estimación de Inversiones Delphosuna inyección de $250.000 millones.

Y los temores sobre este punto se agudizaron con la llegada del nuevo «dólar de la soja». El efecto ya observado en septiembre es el de una expansión monetaria involuntaria, ya que el Banco Central comprará dólares a los productores de soja a un tipo de cambio alto y los revenderá a los importadores al tipo de cambio oficial. La diferencia entre ambos precios es un volumen de pesos que queda en el mercado, eventualmente ejerciendo presión paralela sobre el dólar y echando leña a la inflación.

El consultor ir ecológicoquien conduce Marina Dal Poggetto -quien rechazó la invitación de Massa para asumir el cargo de viceministro- es que la nueva edición del fin de semana del «dólar de la soja» podría alcanzar hasta $344.000 millones, el 7,9% de la base monetaria.

Todo esto implica un mayor esfuerzo de esterilización por parte del Banco Central. En otras palabras, una mayor emisión de Leliqlo que genera el riesgo de inflación diferida en el mediano plazo. Para ponerlo en números, el BCRA, solo por concepto de pago de intereses de la Leliq, vierte al mercado más de $440.000 millones.

Alivio a corto plazo, problemas que duran

Esto es lo que lleva a los más escépticos a vaticinar que la mejora de la inflación, lejos de representar una senda descendente a razón de un punto por bimestre, como afirma Massa, no es más que una tregua que puede revertirse fácilmente en verano.

Llega el nuevo «dólar de la soja»: ¿una razón adicional para la presión inflacionaria?

En el corto plazo, el «dólar de la soja» brindará un alivio fiscal, ya que las retenciones a la exportación engrosará las arcas de la AFIPcomo ocurrió en septiembre, cuando la recaudación de impuestos aumentó un 23% respecto al mes anterior, y las retenciones representaron el 20% de la recaudación total. Pero esa experiencia también demostró que el efecto se desvaneció de inmediato: al mes siguiente, la contribución de las retenciones a la recaudación de impuestos se desplomó en un 75%..

Además, este régimen preferencial para la soja también tiene un efecto inflacionario a través del aumento en el costo de otros insumos. Como advierte la consultora salvador di stefano, se encarecen los rubros que utilizan la soja como insumo, pero también se genera contagio a otros cultivos, como el maíz. En resumen, la canasta de alimentos puede verse afectada indirectamente por la última medida de Massa.

Pero, además, a la volatilidad monetaria y fiscal se suma otra cuestión fundamental: hay muchas dudas en el sentido de que Massa -que logró una mejora fiscal en octubre- tenga margen político para seguir recortando gastos.

“Los rubros más relevantes del gasto primario requerirían de una cirugía mayor para ubicarse por debajo de la inflación proyectada cuando los mecanismos de indexación implican ajustes que, en el primer semestre, los ubican no menos de 20 puntos por encima de esa proyección de inflación”apuntar Juan Luis Bourdirectora de la Fundación FIEL.

Y finalmente, está el otro problema estructural: la escasez de dólares. Lo que muchos economistas advierten es que, en su afán por cuidar las reservas del Banco Central, Massa podría agravar su restricción a las importaciones. un informe de Fundación Mediterránea prevé que este recorte podría llegar al 20% en los próximos meses.

«Una dinámica de estas características tiene severos efectos colaterales, por lo que el gobierno deberá prestar especial atención tanto a lo que ocurra con la disponibilidad de insumos, por el riesgo de paralización de las plantas industriales, como al impacto del desabastecimiento en los precios, porque más y más productos comienzan a usar el dólar libre como referencia»argumenta Jorge VasconcelosEconomista Jefe del Mediterráneo.

Y para colmo, hay…

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Fuente: iprofesional.com

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