Una niña de 4 años murió por graves problemas de salud en Añatuya, Santiago del Estero. La polémica surgió porque la pequeña había estado en un jonrón de una Asociación Civilpero en diciembre, la Subsecretaría de la Niñez y la Familia de Santiago ordenó que fuera devuelta a su familia, de origen muy humilde, que vivía en una zona de difícil acceso a los servicios de agua y en condiciones de vulnerabilidad, según Denunció el Hogar Refugio Madre Teresa de Calcuta, de la asociación civil Haciendo Camino. Desde el gobierno prometieron a la asociación que se iniciará un sumario administrativo para determinar la responsabilidad de los funcionarios del área infantil.
Alejandrina Iñiguez se llamaba la niña. Tenía 4 años y el 7 de marzo falleció de un paro cardíaco a consecuencia de shock alérgico después de recibir dipirona, un fármaco de uso común para bajar la fiebre, según el informe médico del Centro Provincial de Salud del Niño, Santiago del Estero (CepSi). Ella había nacido con una retraso global del desarrollo y atrofia bilateral del nervio óptico. Por esta razón, era ciega, no se sentaba ni caminaba por sus propios medios y comía con mucha dificultad, según lo informado por el hogar.
Desde que nació hasta los 12 meses de edad, Alejandrina vivió con su madre en una casa humilde, en una zona rural de Añatuya, localidad a 180 km al sur de Santiago. Cuando fue detectada desnutrición agudaintervino la Subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, quien abordó el caso y determinó, en marzo de 2020, para que la niña y su madre entren al albergue Madre Teresa de Calcula, de la Asociación Civil Haciendo Camino.
“En casa recibió cuidados especiales de todo tipo: comida procesada, estimulación visual, estimulación temprana, estricta atención médica, tratamiento en el Hospital del Niño de Santiago del Estero y en el Hospital Garrahan de Buenos Aires, y asistí a dos escuelas especiales”, dijo. Clarín Catalina Hornos, presidenta de la asociación.
Entre marzo de 2020 y diciembre de 2022, la organización se articuló con la Subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de Santiago y escribió varios informes sobre Alejandrina, donde destacó que «siempre había que recordarle a la mamá las rutinas y necesidades de su hija y que había que supervisarla en su cuidado», dijo Catalina Hornos, y agregó que «la mamá de Alejandrina es analfabeta y eso la hizo le sería difícil darle un remedio cuando estaba enferma o entender los horarios de administración, así como la preparación de las comidas”.
Noelia Junín, también de la Asociación Civil Haciendo Camino, dijo Clarín que «nunca se tomó ninguna medida excepcional, como alejarla de la madre de la niña» y agregó que María, la madre, «claramente tiene dificultades de aprendizaje y culturales, es analfabeta, no sabe leer ni escribir, ni puede identificar el tiempo para servir a Alexandrina Por eso, nunca quisimos separarla de la madre, sino para hacer un acompañamiento. Desde casa, cuando nos piden entrar, desde el primer momento intentaron darles todas las herramientas. Es cierto, ella (su madre) a veces se negaba a darle los medicamentos y seguir sus instrucciones, pero no por falta de amor, sino por falta de conocimiento sobre cómo hacerlo. No podemos decir que ella (la madre) tuvo un retraso madurativo, pero sí le faltaron capacidades”.
Desde el hogar, los organismos oficiales fueron informados de las mejoras de la niña, pero la madre no podía cuidarla sola y esto fue denunciado en varias ocasiones“Incluso se presentó un informe escrito, el día que regresó a su casa, 22 de diciembre, y le expresamos nuestra insatisfacción con los riesgos que implica el lugar donde iba a vivirr, en una zona apartada, por las limitaciones de María, la madre, y por el complicado estado de salud de la niña”.
Cuando el órgano de gobierno ordenó que la niña regresara a su hogar, con su familia, el hogar se opuso rotundamente. Incluso se firmó el acta de alta del hogar de la niña con la disconformidad por la Fundación Haciendo Camino, que dejó constancia escrita de su disconformidad.
“Durante su estadía en el establecimiento, la Subsecretaria sostuvo reuniones con nosotros y en todas esas instancias la información de nosotros siempre fue la misma: aunque su madre había mejorado el vínculo con la niña, ella no podía encargarse de esa tarea solaya que ella misma tenía un déficit intelectual”, explica Catalina Hornos.
La niña había sido referida a su domicilio, ubicado en un lugar denominado El Cuadrado, donde vivían ellos y su familia, zona de alta vulnerabilidad, sin agua potable ni centros médicos ni colegios cercanos. Se ubica a 110 kilómetros de la ciudad de Añatuya ya 33 kilómetros de Los Juries, localidad cercana al límite con Santa Fe, que es el común urbano más cercano, el único lugar donde Alejandrina sólo podría ser asistida si su salud se complicara.
“El gobierno nos dijo que se iniciará un sumario administrativo determinar la responsabilidad de los funcionarios”, dijo Noelia Clarín. Este diario intentó dialogar con autoridades de la Subsecretaría de la Niñez y la Familia, pero informaron que por “política institucional no se brinda información sobre situaciones particulares”.
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Fuente: Titulares.com