El mercado inmobiliario argentino en crisis
El mercado inmobiliario argentino volvió a entrar en zona de turbulencia. Tras meses de recuperación sostenida, impulsada por la vuelta del crédito y un clima financiero más ordenado, noviembre destrozó el entusiasmo. Según los últimos datos procesados por Empiria Consultores, el crédito hipotecario UVA tuvo un derrumbe de proporciones que sorprendió incluso a los analistas más prudentes.
El salto atrás fue inmediato y profundo. Después de un octubre que había entusiasmado al sector con desembolsos por encima de u$s370 millones, noviembre se desplomó a apenas US$ 182 millones, una caída del 50% en solo un mes.
El mercado volvió a los niveles de noviembre de 2024, borrando de un plumazo toda la mejora alcanzada durante 2025. Para bancos, inmobiliarias y familias, fue como despertarse y descubrir que el año de recuperación no ocurrió.
Un sistema dependiente de un solo jugador: la banca privada se retiró del ring
Detrás de la caída generalizada aparece un segundo dato que inquieta al sector: el mercado quedó prácticamente sostenido por un solo banco. Mientras la demanda se achicaba, la participación privada se contrajo aún más, dejando casi todo el flujo de hipotecas en manos del Nación.
No se trata de una señal de salud sino de concentración forzada. La banca privada se movió a una posición defensiva, reduciendo volúmenes, postergando aprobaciones y endureciendo criterios para préstamos a largo plazo.
El efecto es inmediato: cuando un solo banco absorbe la mayor parte de la demanda, los tiempos se estiran, las carpetas se acumulan y muchas operaciones terminan cayéndose antes de llegar a escribanía.
La comparación histórica que duele: seguimos muy lejos del boom de 2017–2018
El contraste histórico deja al descubierto el tamaño del problema. En el boom hipotecario de 2017 y principios de 2018, el sistema llegó a colocar US$ 688,7 millones mensuales. Aquel período —breve pero intenso— mostró cómo funcionaba un mercado con banca privada activa, demanda sólida y expectativas de estabilidad.
Hoy, incluso en su mejor momento del año (octubre 2025), el volumen de hipotecas apenas trepó a US$ 372 millones, la mitad del boom. Y con el desplome de noviembre, el sistema volvió a operar en una escala cuatro veces menor a la de aquel récord.
El impacto real: operaciones que se caen, alquileres que suben y expectativas que se desinflan
La caída de noviembre no es un fenómeno de planilla de Excel. Tiene consecuencias reales e inmediatas. Decenas de familias con carpetas aprobadas quedaron en pausa o perdieron la posibilidad de escriturar.
La cadena inmobiliaria también sufrió el golpe. Vendedores que contaban con cerrar operaciones quedaron inmovilizados; desarrolladores frenaron desembolsos; escribanos vieron desaparecer operaciones en proceso. El mercado, que venía caliente, se enfrió en cuestión de semanas.
Conclusiones
El mercado inmobiliario argentino atraviesa una crisis profunda, evidenciada por el derrumbe del crédito hipotecario UVA en noviembre. La dependencia de un solo banco y la distancia abismal respecto al boom de 2017–2018 son señales alarmantes. Las operaciones caídas, los alquileres en aumento y las expectativas desinfladas son el reflejo de una realidad preocupante.
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