Argentina parece sufrir un rechazo básico a la hora de evaluar el desempeño del sistema educativo. Paradójicamente, si bien los estudiantes son sometidos periódicamente a pruebas que determinan su capacidad para adquirir conocimientos, a menudo surgen escollos siempre que es necesario medir los resultados de las escuelas y sus profesores. La última, por supuesto, es la pandemia, que se ha convertido en la excusa perfecta para retrasar una vez más las pruebas de aprendizaje. Esta herramienta, implementada por el Ministerio de Educación de la Nación, tiene como objetivo obtener y generar información oportuna y de calidad para conocer los logros y desafíos pendientes en el aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo, la última edición de estas pruebas fue en 2019 y sus resultados fueron preocupantes. En ese momento, los estudiantes tenían malos resultados en matemáticas, ya que al egresar de la escuela secundaria, más del 70% estaban por debajo de las expectativas para la asignatura. Estas pruebas también muestran la correlación entre el nivel socioeconómico y el aprendizaje, ya que el 64% de los estudiantes que están por debajo del nivel básico esperado pertenecen a las clases sociales más vulnerables, mientras que en los segmentos más pudientes esta proporción es del 24%. Esta diferencia se replica entre las escuelas públicas de gestión pública y privada, entre las que hay 26 puntos de diferencia en logros, a favor de esta última. Además, en 2019 solo el 43% de los jóvenes de familias de menores ingresos terminaron la escuela, mientras que el 91% lo hizo en niveles socioeconómicos más altos. Si este escenario era el que existía antes de la pandemia, todo apunta a que hoy estamos aún peor, con una gran cantidad de alumnos que abandonaron el sistema escolar y otros que prácticamente no tuvieron contacto con sus docentes a lo largo de 2020. Lamentablemente, el año pasado, en medio de la virtualidad, estas pruebas, que correspondían al nivel primario, no se realizaron. Todo indicaba que en el 2021 podríamos contar con ellos, por lo que el anuncio de la suspensión fue sorprendente.El ministro de Educación, Nicolás Trotta, ya ha aclarado que se completarán en abril de 2022 para el nivel primario, cuando los alumnos habrán regresado a escuela, en persona, en aulas de todo el país, y lo mismo se repetirá en octubre para la escuela secundaria. Sin embargo, esto no alivió la inquietud ni aclaró la incertidumbre. El temor de que la brecha entre los estudiantes de nivel inferior y superior se amplíe durante la pandemia está latente. Esta suspensión solo sale vigente en Claramente, O Estado hoy todavía no puede garantizar la continuidad pedagógica de los niños y adolescentes en el modelo de aula virtual. De lo contrario, no debería haber ningún problema en poder realizar la evaluación. Además, la falta de continuidad en las políticas públicas quita la seriedad y desecha el trabajo que se ha realizado hasta el momento, recortando los periodos de comparación y dejando una brecha más profunda de la que se percibe a simple vista. A nivel internacional, ya existen estudios que muestran las consecuencias educativas de la pandemia, por lo que es necesario que Argentina no pierda la oportunidad de conocer su situación. lo antes posible. Necesitamos tener los datos para tomar las decisiones que nos lleven a reconstruir lo perdido. Es un deber del Estado, pero también una obligación moral que tiene la sociedad hacia quienes hoy son estudiantes, pues garantizar su educación es un derecho fundamental. Nos esforzamos por superar las diferencias educativas y darle a los niños, niñas y adolescentes el lugar que se merecen en las escuelas, es una de las formas en que podemos pensar la pospandémica con cambios que nos hagan un mejor país.
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Esta nota fué publicada originalmente por en www.lanacion.com.ar el día: 2021-06-19 07:39:41