La población católica en Argentina que asiste a misa dominical supera los dos dígitos, pero apenas llega al 21% del total. Así lo reveló un estudio publicado el 23 de enero de este año por el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado (CARA) de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos. Los resultados muestran que Argentina y Brasil tienen las tendencias más bajas de la regiónpero para la Iglesia Católica esto es algo que viene desde hace mucho tiempo.
Se realizó la Encuesta Mundial de Valores (EMV) teniendo en cuenta la participación de 36 países con grandes poblaciones católicas. Y aunque hay países en el informe que tienen una tendencia marcadamente baja en la asistencia dominical, como Alemania (14%) o Suiza (11%), llama la atención que Argentina contar con unos pocos puntos porcentuales másy que está tan lejos del podio, que Nigeria (94%) y Kenia (73%) lo tienen.
“No soy sociólogo, pero esta es una tendencia que se está desarrollando cada vez más, particularmente en Occidente. La verdad es que hay resistencia a las prácticas religiosas de las comunidades organizadas, puede ser tanto de masas como de otra cosa. pero particularmente con la misa hay una baja en la participación en generalal menos aquí en Argentina, desde hace varios años”, advierte Eduardo Mangiarotti, sacerdote de la diócesis de San Isidro.
En este punto, Mangiarotti es claro al decir que el siglo XXI no trajo el fin de la religión, pero que tal vez se desarrollaron nuevas prácticas con el tiempo que escaparon a la participación de la Iglesia. “Tal vez has escuchado la frase ‘Soy espiritual, pero no soy religioso’. Hay una auge de prácticas espirituales, de gente que te dice ‘Creo en Dios, pero…’ y termina ahí. Cuando la cuestión pasa por prácticas más ligadas a la institución de la Iglesia, es donde las cosas se ponen más difíciles”, expresa.
El hecho de que solo el 21% de los católicos argentinos asista a misa dominical se comprende mucho mejor si se tiene en cuenta además que en Argentina ha habido un crecimiento sostenido de la población evangélica. Según los datos de la última Encuesta de Creencias y Actitudes Religiosas Según CONICET, el número de personas que se identificaron como cristianos evangélicos en Argentina pasó del 9% en 2008 al 15,3% en 2019.
Esta encuesta tomó 2421 casos y, según explicó la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), los resultados arrojaron que Los evangélicos tienen más asistencia religiosa que los católicos: El 23,7% de los evangelistas dijeron asistir al servicio religioso al menos una vez por semana.
Sin embargo, estos son los únicos datos abiertos sobre la asistencia religiosa de otras religiones; sobre religiones como el judaísmo, Clarín no obtuvo resultados comparables.
Los factores detrás de esta baja tendencia en la asistencia a misa católica
Consultado sobre las razones que, a grandes rasgos, pudieron haber influido en este lento pero persistente declive de las prácticas religiosas en Argentina, Mangiarotti explica que parte de ello puede deberse al auge de la mirada deconstruida de las sociedades sobre viejos hábitos que rara vez se discutían antes.
«Hay algo llamado ‘creer sin pertenecer’ (creer pero no pertenecer), son como dos cosas diferentes. Me parece que las causas son muchas, estamos en una era donde hay mucha desconfianza hacia las institucionestodo lo institucional está mal visto, desde el Estado hasta la familia tradicional”, agrega.
El sacerdote señala que, además, hay una parte de esta realidad que puede tener que ver con problemas de la Iglesia relacionado a la incapacidad para encontrar ciertos idiomas y ciertas formas que llegan más a la sensibilidad actual.
“Tal vez la misa no es significativa, es decir, a veces escucho que la gente se queja de que es muy larga, y que no entienden. También puede ser la falta de compromiso de la gente que dice creer en Dios pero luego no se involucra en ciertas prácticasy no quiero decir que haya que obligarlas, pero uno como creyente puede generar esa necesidad de ir a Misa”, destaca sor Rosa de la Congregación de Hermanas Adoradoras.
La baja tendencia a asistir a misa tiene un aspecto que puede ser visto como motivador de ciertos cambios: la pandemia. Un diácono de una de las diócesis de Buenos Aires afirma que puede haber un vínculo entre los dos, aunque no es la razón trascendental.
“Durante la pandemia se agudizó bastante la baja porque los templos estaban cerrados, entonces a partir de ahí se puso un poco de moda el tema de escuchar misa por televisión. Pero Creo que hay un cambio cultural. en el que se ve que hay menos compromiso en la gente, también hay un cambio en la Iglesia”, dice.
Y añade al respecto: «Antes se tomaba como la inasistencia a misa es una obligación punible con el pecado mortalHoy hay un cambio donde lo que se busca es que quiera asistir a misa, lo hace porque siente un deseo, una necesidad. Hay grupos de jóvenes que asisten a misa y hacen actividades parroquiales, pero hay un cambio en la juventud, la masa interesa mucho menos. El cambio cultural se ve en todo, todo lo que implica compromiso, la juventud huye de ello”.
Al respecto, sor Rosa añade que hay una falta de la institución en explicar lo que significa la masaacercarla a los creyentes de esta manera: «Puede suceder que en la comunidad no se sientan acogidos, o no se sientan parte de ella. Los cambios que creo que puede hacer la Iglesia pueden venir de ahí, que los sacerdotes puedan dar una homilía donde la gente siente que tiene que ver con su vida cotidiana, cotidiana, no con cosas de hace mucho tiempo».
«Creo que la palabra es novedad y hay que actualizarla, entonces tienes que hacer que esa palabra diga algo a la vida de las personas hoy. Creo que la realidad social de fondo que refleja la actitud de la gente cuando no va a misa es la poca credibilidad que tiene de la Iglesia como institución, también en los sacerdotes. como resultado de problemas como el abuso o la corrupción. A veces queda como algo generalizado y se cree que toda la Iglesia es así”, amplía.
Muchos jóvenes están de acuerdo con estas palabras, y ven en la institución católica un lugar que no los representa, o que no les genera verdadero interés. Algunos de ellos incluso se han formado en escuelas religiosas a lo largo de su infancia y adolescencia y, sin embargo, actualmente no sienten la necesidad de conectarse con la Iglesia.
“En la secundaria era una obligación ir a misa, Siempre lo sentí como una obligación.. No considero la misa como el único lugar donde Dios está presente, porque siento que es omnipresente, entonces si estoy en casa y quiero hablar con él, le rezo y le hablo. No tienes que ir a la iglesia para sentir esa conexión.. A veces las misas me parecen aburridas, no me siento muy cómoda con figuras católicas. No siento que sean personas en las que pueda confiar mi fe y que sean un instrumento para conectarme con Dios”, explica una de las jóvenes consultadas.
Otras voces de la juventud señalan que muchas veces dentro de esta institución «hablado en una lengua antigua»eso «no trae ejemplos a la realidad actual». Sin embargo, otras opiniones contradicen esta posición: “Siento que es un hábito que muchas veces, al mirarlo desde afuera sin fe, se puede ver como algo rutinario, absurdo, que no tiene sentido, pero cuando uno comienza entrar en la vida de fe del catolicismo, tanto personalmente como en la comunidad, se empieza a comprender que es un momento de oración consigo mismo y con el otro«.
Como camino de cambio para el futuro, Mangiarotti señala que desde la toma de posesión del Papa Francisco en 2013 hay una propuesta diferente que tiene que ver con que la Iglesia no tiene que aislarse sino que debe salir al encuentro de la gente. “Creo que el camino pasa por ahí. La propuesta no es ‘tenemos que salir y atraer a más gente’. Tiene más que ver con renovar la fe de una manera que se vuelva atractivapara que la gente se quiera unir, se quiera unir”, asegura.
mg
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Fuente: Titulares.com