Después de la ola de medidas de estímulo al consumo lo que anunció el ministro candidato Sergio MassaLa pregunta que inevitablemente surge en el mercado es: ¿Y ahora quién paga esta factura? Y las primeras respuestas que se escuchan son inquietantes, porque apuntan en la misma dirección: una aceleración inflacionaria que «licua» el gasto excesivo por la vía clásica: un aumento nominal de la recaudación tributaria que sólo puede provenir de aumentos de precios.
«La campaña presidencial de Sergio Massa será la más cara de la historia: le costará la hiperinflación»predicho Luciano Laspina, asesora presidencial de Patricia Bullrich. Inmediatamente fue blanco de críticas que, además de acusarlo de alarmista, le recordaron que hace cuatro años el entonces presidente también Mauricio Macri había recurrido a un paquete de medidas -entre ellas la reducción del IVA sobre los alimentos- en un intento de revitalizar su campaña electoral.
Pero la verdad es que el Empeoramiento de la inflación como efecto directo de las últimas medidas de Massa es un tema que empieza a generar consenso. Con la única excepción del Banco Central, que justifica el mantenimiento de los tipos de interés Argumentando que hubo señales de moderación de la inflación, el resto del mercado cree que el IPC puede mantenerse en dos dígitos hasta fin de año.
Hay consultoras que ya hablan de un 14% para septiembre, cifra que parece confirmarse en los destacados de precios que los fabricantes de alimentación envían a los supermercados casi a diario.
Un informe de la Fundación Mediterránea establece que la nueva «inflación subyacente» -que excluye los precios regulados y los que tienen variación estacional- ya se ubicó en la zona del 13,8% mensual y que si se anualiza el promedio de los últimos tres meses, El resultado es 183%.
Más gasto y menos ingresos
Por su parte, los economistas que participan en la encuesta REM del Banco Central ya anticipan que En los próximos 12 meses, la inflación superará el 200%. Y, lo peor de todo, hay cierto consenso en que será la única manera posible de moderar el agujero fiscal dado que, al mismo tiempo que expande el consumo a costa de recaudar menos impuestos, Massa rompió la disciplina fiscal que había estado mostrando. en el primer semestre.
Por lo tanto, la el gasto primario tuvo un crecimiento real interanual del 3,6% en agosto, según lo estimado por la Oficina de Presupuesto del Congreso. Ya en julio, con un aumento del 0,7%, la tendencia se había rotoque a lo largo del año había sido una caída real del gasto -lo que permitió a Massa argumentar en contra de la Fondo Monetario Internacional que, a pesar del revés de la sequía, el país estaba haciendo un esfuerzo de austeridad.
Al embarcarse en una ola de anuncios a favor del consumidor, Sergio Massa corre el riesgo de una aceleración inflacionaria en los próximos meses
Para empeorar las cosas, los impuestos que se están eximiendo no son de importancia meramente simbólica o marginal. Por el contrario, Ganancias representa el 22% de la recaudación total, mientras que el IVA recaudado por la DGI -es decir, sin contar el de Aduanas- equivale actualmente al 19,2% de la caja de la AFIP.
Y, para añadir un condimento más preocupante, estos son los impuestos que mejor comportamiento estaban teniendo en un mal año para el fisco. De hecho, el IVA venía llamando la atención de los analistas porque subió en términos realesmientras que el resto de los impuestos crecieron menos que la inflación. Por ejemplo, en agosto tuvo un crecimiento real del 20% y en julio había crecido al 18%.
El Gobierno argumentó que era un síntoma de que la economía no estaba tan mal como señalaba la oposición y que había buena predisposición a consumir porque el empleo y los salarios se estaban recuperando. Mientras que los economistas críticos consideraron que se trataba del típico fenómeno defensivo conocido como “fuga del consumo”, que lleva a la gente a deshacerse rápidamente de los pesos para no sufrir una erosión inflacionaria.
Cualquiera que sea la explicación, Lo cierto es que ahora tanto el IVA como las Ganancias harán una aportación menory que esto coincidirá con un momento de aumento real del gasto público.
Previsiones inquietantes
Es en ese marco que uno de los deportes nacionales de los últimos días es calcular cuál será el costo de las medidas de campaña de Massa. ¿Tres mil millones de pesos o más? Se vuelve difícil porque cada día aparece una nueva medida dirigida a un sector concreto que implica un mayor gasto o una pérdida de ingresos.
Así, para el masismo todo se reduce a apenas el 0,6% del PBI, por lo que ya no se percibe a través de Ganancias e IVA, sino que regresará en parte a las arcas de la AFIP a través de un mayor consumo, y que también se compensa con el impuesto PAIS que se aplicado a las exportaciones. En definitiva, tiene un efecto neutro.
Pero al otro lado de la calle las cosas parecen muy diferentes. El Consultoría LCG pronostica un costo del 0,9% del PBI, y también advierte que el Gobierno sobreestima la recaudación del impuesto PAIS. El Consultoría Eco Go estima un 1,1%, cuando se suman todos los efectos, incluidas las transferencias a las provincias.
El «ministerial» Carlos Melconian Ya se anima a hablar de un punto y medio del PIB como coste de las medidas.


El IVA no sólo representa casi el 20% de la recaudación de la AFIP, sino que es el impuesto que le venía ganando a la inflación en un año recesivo: ahora su recaudación se verá afectada
Por otro lado, nadie discute que el objetivo comprometido con el FMI no se alcanzará con creces: mientras Massa sigue hablando de un déficit del 1,9%, las consultoras más optimistas vaticinan un 2,7% y otras ya hablan de una cifra que empieza con el 3%.
Daniel Artaña, economista jefe de FIEL, destaca que para cumplir con la meta oficial el gasto tendría que caer un 11% real hasta fin de año. Es decir, algo en el sentido absolutamente opuesto a lo que está imprimiendo Massa.
«El mayor déficit fiscal presionará más la emisión del BCRA para asistir al Tesoro», advierte Artana, quien observa que lo más probable es que haya mayor liquidez que termine presionando la brecha cambiaria.
Lo que se dice no es el mejor escenario que recibirá el próximo gobierno para bajar el déficit al 0,9% en 2024, el objetivo firmado en el nuevo acuerdo con el Fondo y que el propio Massa ratificó en su ley de presupuesto.
¿Es la inflación el único remedio?
Pero lo más preocupante de la situación es que Massa se enfrenta a al dilema de si priorizar una menor inflación o un mayor equilibrio fiscal. A primera vista puede parecer extraño, porque el consenso de los economistas es que es precisamente el desequilibrio fiscal el que genera inflación.
Pero en realidad es un clásico argentino: en tiempos de altísima inflación y donde la economía también está en fase recesiva, la forma de financiar la redundancia fiscal es con el cobro del «impuesto inflacionario». Al haber menos recaudación tributaria en términos genuinos, la inflación se convierte en el remedio que permite aumentar los ingresos fiscales por medios nominales. Traducido, al hacer que los precios aumenten más rápido que los ingresos -especialmente de las pensiones y los salarios estatales- se logra un menor costo fiscal del gasto público.
De hecho, a finales del año pasado, cuando la inflación estaba cayendo, había economistas como Jorge Vasconcelos, del Mediterráneo, que puso de relieve la paradoja de que si el IPC se moderaba demasiado, la situación fiscal se pondría en riesgo, debido a la indexación de la inercia del gasto públicoque seguiría avanzando mientras la recaudación acompañaría la caída de la inflación.
La verdad es que si, en este momento, hubiera una fuerte caída de la inflación, Massa tendría problemas para financiar su mayor nivel de gasto. Y ahí marca la paradoja del momento: tras las medidas expansivas que tomó en el tramo final de su campaña, para el ministro-candidato la inflación es un remedio casi ineludible..
«En resumen, de aquí a las elecciones de octubre, la economía se moverá con una inflación mensual de dos dígitos, una recesión más pronunciada y más incertidumbre», advierte Artana, de FIEL.


La «licuefacción inflacionaria» como forma de compensar la pérdida de ingresos es el efecto que temen los economistas tras las medidas de Massa
Por cierto, no es una situación que sorprenda a Massa. De hecho, cuando dentro del peronismo se discutía si, al no cumplir su promesa de bajar la inflación a menos del 4%, había perdido su derecho a ser candidato, Massa se animó por un dato de que los gobernadores peronistas del interior le dio. .
En ese momento, los resultados sonrieron al oficialismo provincial, a pesar de que la oposición había transformado la inflación en el foco de la campaña. Y los gobernadores más cercanos transmitieron su punto de vista sobre aquellos resultados difíciles de explicar a primera vista: el electorado puede perdonar la alta inflación siempre y cuando se mantengan la estabilidad del empleo y los incentivos al consumo.
Massa parece haber aceptado ese consejo como su principal esperanza para entrar en la segunda vuelta. Incluso asumiendo el riesgo de que la factura a pagar pueda ser demasiado elevada.
¿Más votos o más dólares comprados?
Finalmente, queda por responder la otra gran pregunta: ¿una inyección al consumo con el coste de acelerar la inflación? ¿Podría traducirse en más votos?
Es el tema que debaten los politólogos en estos momentos. Aunque existe cierta desconfianza respecto al efecto de las medidas, lo cierto es que Massa parece haber fortalecido su posición como segundo candidato más votado.
Pero no está tan claro cómo se comportarán los consumidores. Si se mira el segmento de jubilados o beneficiarios de planes sociales, no hay duda: se irá al consumo. Un informe de la consultor ecolatina Señala que el 95% de los pesos que ingresan a una vivienda promedio se destinan a gastos. En otras palabras, el ahorro cayó a sólo el 5%. Hace cinco años, sin embargo, esos porcentajes eran del 70% para el consumo y del 30% para el gasto.
Pero esas cifras cambian si se consideran los empleados de alto nivel que acaban de recibir un «aumento salarial» del 20% debido a la exención de ingresos. Un informe de la LCG advierte que este público «en la parte más alta de la pirámide salarial con una menor propensión marginal a consumir, puedes presionar cotizaciones de dólares gratisprincipalmente el eurodiputado».
Es decir, lo contrario de lo que pidió Massa en su reunión con los dirigentes de la CGT, cuando pidió que «si sobra un peso, vayan a comprar un bien de producción nacional, pero a mí no me compren dólares».
Palabras clave de esta nota:
#Quién #paga #Plan #Platita #esto #temen #los #economistas
Fuente: iprofesional.com