«Las promesas deben cumplirse o el difunto te cobra». Casi como un mantra, los sanjuaninos y, en especial, los cerca de 900 vecinos de la zona de Vallecito, repiten la frase que marcó desde joven al presidente de la AFA, el sanjuanino Claudio Chiqui Tapia.
El líder de la liga argentina de fútbol llevó la réplica de la Copa del Mundo al santuario de la Difunta Correa el lunes 26 de diciembre, apenas una semana después del triunfo de la Selección Argentina en Qatar 2022.
No es la primera copa u ofrenda que Tapia le lleva a Deolinda Correa, venerada como una santa pagana. El ascenso de Barracas Central a la Primera B Nacional, la Copa América 2021, la Final y la camiseta de Messi firmada por todo el equipo, también estuvieron en manos de Tapia hasta el santuario de la localidad de Vallecito, en el municipio de Caucete, el 60 kilómetros de la capital de San Juan.
El líder cumplió en varias ocasiones con la creencia popular de entregar un objeto preciado a la mujer que murió de sed en el desierto mientras huía de las milicias en busca de su esposo y con su bebé en brazos. Según la leyenda, en 1840 unos arrieros encontraron su cuerpo y descubrieron que el pequeño había sobrevivido amamantando la leche de su madre.
La propia Chiqui Tapia compartió una foto que lo muestra arrodillado subiendo los 72 escalones para llegar al cerro donde se encuentra la escultura de la Difunta Correa. Se trata de una imagen de abril de 2017 cuando Tapia cumplió su promesa de volver al santuario tras llegar a la presidencia de la AFA.
En esa imagen, detrás de Tapia y entre los objetos donados que cuelgan de las paredes del santuario, se podía ver una placa de un automóvil con el número 181290, que fue tomada por los devotos como señal. La coincidencia con la fecha de la final, el 18 de diciembre, y la anterior final que jugó y perdió Argentina en el Mundial de 1990, era un buen augurio.
“Prometió y cumplió: Chiqui Tapia le trajo la copa al difunto Correa”, titulan los diarios de San Juan. El dirigente viajó el pasado lunes a su provincia natal, acompañado de uno de los campeones, Exequiel Palacios.
Vitoreado por vecinos y turistas al grito de “dale un campeón”, abrazado al mundial y junto al gobernador Sergio Uñac, el presidente de la AFA caminó hacia el cerro donde se encuentra el santuario. «Es la promesa más importante que tengo que cumplir», dijo a los periodistas y aficionados que cubrían su visita.
Creer o explotar
En Vallecito, los vecinos cuentan que durante el Mundial de México 1986, algunos jugadores argentinos prometieron que, si salían campeones, irían a San Juan a agradecer a los fallecidos. Con el tiempo, dijeron que nadie había hecho esa promesa. Y nunca volvieron. “Las promesas a los difuntos hay que cumplirlas”, dijo el exadministrador del inmueble, Daniel Rojas. Desde entonces, Argentina no había vuelto a ser campeona del mundo.
Antes del Mundial de Qatar, Rojas le pidió al equipo y al presidente de la AFA que cumplieran la promesa que le hicieron al fallecido si querían salir campeones. Recordó otros hitos que se repiten en la localidad: “Diego Armando Maradona le pidió al occiso que hiciera la gira olímpica con Boca en 1980 y el astro le envió la camiseta firmada por él. Oscar Ruggeri también fue una promesa y por eso lució la casaca de San Lorenzo en un cuadro con su firma y el «gracias Difunta».
Y aseguró que Marcelo Gallardo, tras su debut en River como futbolista, también le trajo una foto autografiada y la camiseta de su primer partido.
Atracción turística
Por poco un millón de personas Visitan la zona todos los años para llevar botellas de agua y orar tocando la imagen del hijo del difunto.
En Vallecito, donde se encuentra la entrada a la reserva natural más grande de San Juan (Reserva Valle Fértil), hay una gran cantidad de puestos de artesanías, restaurantes y hasta un hotel para los devotos de los Difuntos. En diferentes capillas y el museo se guardan las partes de autos, camiones, motos y bicicletas depositadas por los promitentes.
Son varias las capillas que posee el lugar. El principal se llama el Museo, están los guantes de Nicolino Locche, los pantalones que usó Carlos Monzón cuando ganó el título de la Copa del Mundo contra el italiano, Nino Benvenutti; y la toalla de Sandro tras su trasplante de riñón.
Hay muchas otras cosas, como cordones umbilicales, ropa de bebé, miles de vestidos de novia, trajes, armas, radios antiguas, medallas y objetos de plata y oro, que dejaron los fieles. Hace años, un empresario donó un camión Scania y otro un automóvil BMW; porque sus esposas se salvaron de enfermedades terminales.
“Desde 2020, todas las donaciones están en un inventario. Los alimentos donados se entregan a Cáritas para los más necesitados del pueblo y los disfraces de fiesta, también se los prestamos a los vecinos, que lo necesitan ya sea para una boda, un 15 cumpleaños o alguna celebración”, detalla Analía Lépez, administradora y presidenta de la Fundación Difunta Correa. Ella es responsable de recibir donaciones y cubrir los costos de funcionamiento del santuario.
“Chiqui Tapia viene seguido pero el único que le avisa es Miguelito Velázquez, el estacionamiento del parque porque son amigos”, explica el administrador.
Leo Messi y la Selección tienen su propio santuario en la Difunta Correa. Y desde que Argentina llegó a la tercera copa, el fervor por la camiseta y los colores celeste y blanco se adueñaron de todo el santuario. Hay camisetas, banderas argentinas, un cartel de la selección campeona del mundo, gorras y bufandas en la estatua de Deolinda recostada con su bebé en el pecho.
La historia
La leyenda de la Difunta Correa surgió cuando aquellos arrieros que encontraron a la mujer muerta en el desierto, aún amamantando a su hijo, decidieron enterrar su cuerpo bajo el árbol donde la encontraron y se llevaron al niño con ellos. De la existencia de Deolinda Correa se ha podido documentar que vivía con su hermana en un pueblo cercano. Pero uno de los mayores misterios de esta historia es qué pasó con su hijo, pues nunca hubo registro del niño.
Los supuestos milagros comenzaron con el arriero chileno Pedro Zeballos que había perdido su ganado y, al pasar cerca de la cruz y la tumba del difunto Correa, pidió el milagro de encontrar a sus animales. A la mañana siguiente, Zeballos encuentra a su ganado pastando y cumple su promesa de construir un santuario para Deolinda.
Mendoza. Corresponsal
PD
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Fuente: Titulares.com