El tomate, originario de América, es una fruta con beneficios comprobados para la salud de los cuales busca aumentar su consumo y garantizar que no se pierdan las variedades originales.
El 99% de lo que se consume en Argentina se produce en invernaderos. Son tomates hibridos del cruce entre variedades antiguas modificadas genéticamente. Dan un fruto más duradero, resistente y más rentable.
El problema es que para evitar que madure a los dos o tres días de ser cortado de la planta, se perdio el sabor y aroma del tomate. Y también parte de las propiedades nutricionales que tienen estos viejos tomates «rojos».
En Argentina, el consumo de tomates frescos ronda 16 kilogramos por persona por año. Es el segundo cultivo hortícola más demandado por detrás de la patata. A nivel mundial se come más: 20,6 kilogramos de tomate fresco al año por persona. Hay 15 millones de hectáreas plantadas con este fruto.
«No conozco a nadie a quien no le gusten los tomates. Se come en todo el mundo. Tiene una equilibrio entre azúcar y acidez, se puede comer fresco como fruta, o preparado; y aporta propiedades beneficiosas porque es muy rico en antioxidantes», afirma María Sance, doctora en Bromatología, organizadora del primer Fiesta del Tomateque se realizó el pasado fin de semana en Mendoza.
Sance con el equipo proyecto labrar Apoyan el trabajo de pequeños productores locales. Trabajan para generar volumen de materias primas orgánicas que van directamente del productor a la mesa. «Tenemos que aumentar el consumo de tomate y asegurarle rentabilidad para pequeños productores«, propone el bromatólogo.
La fiesta del tomate se inspiró en la gran huerta orgánica del restaurante Casa Vigil en MaipúMendoza, propiedad de Sance y su marido Alejandro Vigil (gerente enológico de Catena Zapata y El Enemigo) y donde se cultivan las verduras de temporada que son la base de la gastronomía del producto que ofrecen.
El encuentro se realizó allí el sábado 25 de febrero. Reunió a 700 investigadores, productores, gastrónomos y consumidores para conversar sobre la recuperación de variedades ancestraleslos beneficios para la salud y la integración de la producción orgánica con el mercado gastronómico.
Durante el festival hubo cosecha de tomate, desahogo de semillas, análisis sensorial de las diferentes variedades, degustación de productos a base de tomate, feria de productores y platos con tomate elaborados por chefs y cocineros de Argentina, Chile y Uruguay, como el chileno Rodolfo Guzmán (del restaurante Boragó, catalogado entre los mejores de Latinoamérica), Christophe Krywonis y los Cocineros del Iberá.
La importancia del color
El color rojo del tomate se debe a las propiedades del licopeno, un poderoso antioxidante que previene el cáncer y diferentes tipos de enfermedades crónicas no transmisibles.
Como cualquier fruta, el tomate es una buena fuente de nutrientes, como las vitaminas A (betacaroteno), C (ácido fólico) y E (tocoferoles), además de aportar fibra, calcio, hierro y otros minerales.
«El tomate mejora funciones antitrombóticas y antiinflamatorias; reduce los riesgos de padecer ciertos tipos de cáncer, como el de próstata, y enfermedades cardiovasculares (previene el colesterol malo) y osteoporosis”, describe Sance, quien lleva 15 años estudiando esta fruta en la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) .
Y amplía la importancia de nutriente que da color al tomate: «El licopeno se concentra en ciertos tejidos como los testículos, la próstata, las glándulas suprarrenales, el hígado y los riñones. Ayuda a prevenir enfermedades crónicas como el cáncer, la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares asociadas a los procesos de oxidación celular».
Origen
El tomate es originario de América, de donde los españoles lo trajeron a Europa. Los aztecas lo conocían como xïctomatl, que significa fruta con ombligo.
En un principio se utilizó como planta ornamental, pero a partir del siglo XIX se intensificó su cultivo para el consumo. Los principales países productores son China, Estados Unidos, Turquía, Italia y Egipto.
“El tomate viene del sur de Ecuador, norte de Perú y México. Pero Regresó a Argentina con inmigrantes italianos y españoles. desde principios del siglo XX, principalmente en fincas del cinturón productivo de La Plata”, dice Iris Peralta, profesora de Botánica de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNCuyo.
El estilo redondo, segmentado y achatado se llama tomate platense; y es una de las variedades más antiguas.
En un estudio de terroirs, con apoyo del INTA, la profesora Peralta y sus colaboradores encuestaron a productores en zonas aisladas. Encontraron pequeñas producciones de tomates criollos en Valle Fértil en San Juan; en la región de Luracatao, en Salta; alrededor de la presa El Carrizal, en Mendoza; y en Valle Azul, en Río Negro.
«Nosotros tratamos integrar a los productores de variedades antiguas con el mercado. En general, el cultivador prefiere un tomate más compacto que no tenga tanta pérdida. Hicimos pruebas y detectamos que con portainjertos, aumento de la productividad de los cultivos en un 30%”, explica el profesor mendocino.
hay mas de cien variedades de tomates. Las más antiguas que se cultivan en Argentina son las del tipo La Plata y las de corazón de buey. A diferencia del tomate ciruela de invernadero, estos tomates redondos tienen una piel muy fina, frutos carnosos y muy pocas semillas. Su sabor es deliciosamente dulce, muy jugoso.. Son los tomates con más color, más licopeno y más antioxidantes, y por tanto, con mayor efecto preventivo sobre la salud.
Juan Ignacio Gerardi, fundador de Bioconexión, quien promueve el consumo agroecológico y la revalorización de los pequeños productores, se sumó a la tarea de llevar tomate orgánico a la mesa de los argentinos.
Durante la participación como expositora en el festival, Gerardi dijo que para aumentar el consumo tomate ecológico, hay que evitar el «arranque, pérdida de productividad y conocimiento» y garantizar el «comercio justo para los productores».
Mendoza. Corresponsal
AS
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Fuente: Titulares.com