Samuel Alito, un juez conservador y católico de la Corte Suprema de EE. UU., se burló de los líderes extranjeros que criticaron su decisión de anular el derecho constitucional al aborto, en sus primeras declaraciones públicas desde que se emitió el fallo en junio. En un encuentro sobre libertad religiosa celebrado el 21 de julio en Roma -aunque sus palabras fueron reveladas el jueves-, Alito denunció lo que llamó “una creciente hostilidad hacia la religión”. El juez se refirió expresamente a Boris Johnson, el príncipe Harry, Emmanuel Macron y Justin Trudeau.
“Tuve el honor en este período de escribir, creo, la única decisión de la Corte Suprema en la historia de esa institución que ha sido criticada por toda una serie de líderes extranjeros que se sintieron perfectamente bien al opinar sobre la ley estadounidense”, dijo Alito. «Uno de ellos fue el ex primer ministro (sic) Boris Johnson, pero pagó el precio», bromeó, provocando las risas de la audiencia. Johnson calificó el fallo como un «gran paso hacia atrás».
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También señaló con sarcasmo el discurso del príncipe Harry en la ONU el 18 de julio, cuando dijo que había sido un «año doloroso» y mencionó el «retroceso de los derechos constitucionales» en Estados Unidos. «Lo que realmente me dolió fue cuando el duque de Sussex se dirigió a las Naciones Unidas y pareció comparar la decisión cuyo nombre no quería mencionar con el ataque ruso a Ucrania», dijo Alito.
Alito denunció lo que calificó de «creciente hostilidad hacia la religión»
El juez agregó que el declive de la fe en el mundo occidental ha dejado a los creyentes vulnerables a la discriminación. «Hay una creciente hostilidad hacia la religión, o al menos hacia las creencias religiosas tradicionales que son contrarias al nuevo código moral que está surgiendo en algunos sectores».
Alito ha sido el más ferviente defensor de los derechos religiosos en la Corte Suprema y, a veces, presenta a los creyentes como agraviados por apegarse a su fe. El magistrado sostuvo que los cristianos han sido perseguidos durante siglos, incluso en el Coliseo de Roma, donde «quién sabe cuántos» de ellos fueron «despedazados por fieras».
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