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Vallejos anticipa la próxima pelea interna – Titulares.ar

La diputada expuso crudamente las divergencias del kirchnerismo con el plan de Guzmán: quiere aumentos de impuestos, intervencionismo y mayor laxitud fiscal

Todo el mundo habla de Marcador de posición de Fernanda Vallejos. Y lo hacen con una extraña mezcla de indignación y admiración. La polémica diputada expresó ideas indefendibles en sus famosos audios de WhatsApp -como que Alberto Fernández es un okupa que debe «consentir» a lo que le digo Cristina Kirchner lo que tiene que hacer, pero también lo hizo un diagnóstico brutalmente honesto sobre los errores de la economía política sanitaria, que muchos opositores no dudarían en suscribir.

Pero lo que más polémica dio a sus palabras es que nadie en la arena política interpretó que Vallejos hablaba solo en su propio nombre o en un arranque de exaltación y enfado. Por el contrario, lo que se percibe es que sus opiniones expresan, sin filtros de corrección política, lo que piensan la propia Cristina Kirchner y su entorno más cercano.

Al fin y al cabo, Vallejos no es una líder cualquiera: fue elegida por Cristina para acompañarla en la provincia de Buenos Aires en la difícil campaña electoral legislativa de 2017, cuando el macrismo iba en aumento y los procesos judiciales contra los funcionarios de Kirchner eran rabiosos. , empezando por la propia ex presidenta.

Su condición de economista cercano a los cargos de Axel Kicillof y al grupo «El Gran Makro» La transformó en una de las principales portavoces de ideas heterodoxas en materia económica. Con sólidas convicciones «keynesianas y kaleckianas», como ella misma definió en su famoso audio, en alusión a las ideas del inglés. John Maynard Keynes y de polaco Michal kalecki– Le dan un bagaje teórico para defender las propuestas de intervención estatal en todos los ámbitos económicos.

Por eso ha surgido como el exponente más elocuente de la receta que el kirchnerismo aspira a imponer en un momento de crisis: más presión fiscal a los segmentos de altos ingresos, control S precio, control de cambio, determinado intervención estatal en el comercio exterior, «Keynesianismo» para mejorar el nivel de ingresos y empleo. Y, sobre todo, despojarse de toda modestia a la hora de incurrir en un déficit fiscal y poner en marcha la «maquinita» para emitir pesos.

¿Chavismo o estilo Angela Merkel?

Pero sería injusto catalogar a Vallejos como una de las tantas figuras que abogan por este programa económico que ya se ha aplicado muchas veces. La diputada tiene un sesgo original: suele ir un paso más allá y se anima a hacer propuestas que vayan más allá del guión clásico.

Un buen ejemplo de esto fue cuando afirmó, en el peor momento de la cuarentena, que como compensación por las ayudas estatales que estaban recibiendo en forma de ATP, las empresas deberían dar, como contraparte, una participación accionaria propiedad del Estado.

Es en situaciones como esta que Vallejos demuestra una picardía política insólita, pues responde a las críticas con respuestas que sus interlocutores no esperan: cuando llovieron en masa las acusaciones de que ella quería «chavizar» el país con una ola de expropiaciones, ella respondió que en realidad no se había inspirado en Chávez sino de la canciller alemana Angela Merkel.

Y mencioné el Estuche insignia de Lufthansa, la aerolínea alemana que, tras haber visto desplomarse su facturación, recibió un rescate estatal de 10 mil millones de euros, a cambio de una participación del 9%.

Además, afirmó que esta posibilidad de ayudas estatales a cambio de acciones podría ser una forma de proteger a las empresas argentinas de compras hostiles por parte de fondos de inversión del exterior. A medida que los precios de las acciones colapsaron debido a la pandemia, el diputado argumenta que las empresas argentinas son presa fácil para los inversores que quieren comprar activos a precios de ganga.

Al otro lado del mostrador, sin embargo, los empresarios no solo no le agradecieron su preocupación sino que también vieron un sello kirchnerista inconfundible por avanzar en el sector privado y hubo denuncias de «extorsión» por parte de líderes de la Unión Industrial Argentina.

Pero quizás el más incómodo con esa propuesta no ha sido un empresario, sino el propio Alberto Fernández, que se vio obligado a salir a explicar y aclarar que no era mi intención violar los derechos de propiedad.

Vallejos sorprendió a sus opositores al afirmar que su iniciativa de expropiar acciones de las empresas se había inspirado en una medida de Angela Merkel.

La «desgracia» de exportar alimentos

Vallejos también causó polémica al argumentar, para escándalo de líderes agrícolas y economistas ortodoxos, que el país se vería perjudicado por el auge de los precios agrícolas.

«Argentina tiene una desgracia, que a veces se piensa que es una bendición, que es exportar alimentos. La maldición de esto es que los precios de los productos básicos que los argentinos tienen que consumir acaban muy estresados ​​por la dinámica de lo que ocurre con los internacionales. comercio ”, fue la sentencia del diputado.

Naturalmente, sabía que la ortodoxia económica la atacaría sin piedad. «Burro», «oda a la ignorancia» y «amenaza a la inversión» fueron solo parte de los epítetos que le dedicaron. Pero ella, una vez más, no se defendió con argumentos marxistas, sino que citó a economistas de tendencia ortodoxa que habían explicado el Fenómeno de la «enfermedad holandesa», como es conocido el problema que tienen los países que concentran sus exportaciones en un producto y que, ante un choque de demanda, sufren una apreciación de su moneda que los lleva a perder competitividad.

Ese gusto por discutir con «las armas del enemigo» se volvió a ver en la campaña electoral, cuando en un debate televisivo con Javier Milei defendió la regulación estatal citando frases de Adam Smith, el «padre fundador» de la economía política – y un culto a la «mano invisible del mercado» – quien también advirtió que bajo ciertas condiciones el Estado debe intervenir para prevenir abusos por parte de los capitalistas.

Un ataque a la vocación «fiscalista»

Pero, más allá de su vocación polémica, el principal destaque de Vallejos fue el de delinear con mayor detalle un programa económico que difiere no solo del que reclama la oposición sino del que está llevando a cabo. Martín Guzmán.

Durante mucho tiempo, ha abogado por una reforma tributaria como base de la política redistributivay se centró en la contribución de las corporaciones y las élites económicas.

«La forma de resolver la tensión entre la necesidad de un mayor gasto social por parte del Estado en esta emergencia de salud y las restricciones fiscales en las que ponen el acento quienes están cuidando las cuentas públicas, es avanzar en una drástica política redistributiva en materia tributaria para que el mayor aporte de los más ricos o de las corporaciones que tienen ganancias extraordinarias -incluso en la crisis- compensa estos desequilibrios reduciendo el ensanchamiento del déficit fiscal y las necesidades de emisiones ”, fue la definición de Vallejos.

Específicamente, apuntó a dos objetivos: primero, la Impuesto sobre la propiedad personal, donde ve margen para profundizar tanto en la escala como en la estructura alicuotatoria, «para que haya una mayor carga sobre los sectores más ricos, como ocurre en los países desarrollados».

Y, en segundo lugar, instó a «pensar en impuestos que observen la situación de ganancias extraordinarias que han tenido algunos sectores, y esto lo observamos mirando los balances de estas grandes empresas».

Mencionó el ejemplo que se aplica en Europa con el llamado «impuesto Google», algo que en estas latitudes se ha interpretado como el intento de cobrar impuestos extra a los servicios que han desarrollado un crecimiento explosivo en la pandemia, como Mercado Libre y otros. empresas de servicios digitales.

Esas mismas ideas se plasmaron más tarde en la proclamación del kirchnerismo el 9 de julio, que se difundió en respuesta a los productores agrícolas que ese mismo día habían pedido una «pancarta» de repudio a la intervención estatal en el campo.

La proclama, primero firmada por Vallejos, reivindica el papel del Estado como guía y planificador. Plantea como hecho negativo la «formación de enclaves de exportación» que no benefician al resto de la economía. Y también defiende la necesidad de «cerrar la brecha de productividad intersectorial», concepto ligado a los subsidios de los sectores más dinámicos a los más atrasados.

Martín Guzmán, blanco favorito de las críticas de Vallejos, que le reprocha su excesivo afán por el equilibrio fiscal en tiempos de crisis

Vallejos anticipa la próxima discusión

Pero, sobre todo, el tema del que más se ha hablado de Vallejos en los últimos días ha sido por la dureza con la que expuso su divergencia con el Vocación fiscal del ministro Guzmán, a quien acusó de ser un neoliberal apenas disfrazado y de falta de sensibilidad social.

Para Vallejos, el hecho de que Guzmán haya logrado un equilibrio casi fiscal en el primer semestre es un hecho a criticar, porque impidió ayudas estatales directas a los sectores más desatendidos y porque esa reducción de la «roja» fiscal se logró en base a sub-ejecutar las partidas de obras públicas.

Además, se metió con un tema tabú para el peronismo: reconoció que el nuevo fórmula del índice de pensiones es perjudicial – «esa reforma de mierda que nos hicieron votar», fue su expresiva definición – y que la consecuencia se esté viendo en una reducción real del poder adquisitivo de los jubilados.

Lo cierto es que en las críticas a Vallejos se pueden adivinar las observaciones que le hará el duro kirchnerismo al proyecto de presupuesto 2022 de Guzmán, quien con poco éxito ha tratado de persuadir al kirchnerismo de que «equilibrar las cuentas no está en la derecha».

En este texto se plantean varios puntos que chocan con lo que defiende el diputado: Guzmán pretende una reducción fiscal de un punto del PIB, reducir los subsidios a las tasas públicas del 2,2% al 1,5%, no propone ningún aumento de impuestos. Y, aunque prevé un mayor gasto social – pasará del nivel actual del 1,17% al 1,22% del PIB – estará lejos del 2,9% que se requeriría para financiar un «salario universal» como lo solicitan las organizaciones sociales.

Por otro lado, Guzmán propone reducir la asistencia del Banco Central al Tesoro, para que «sólo» uno de cada tres pesos para financiar el rojo fiscal provenga de la «maquinita».

Está claro que todos estos temas serán objeto de discusión y Vallejos, como miembro del comité de Presupuesto y presidente del comité de Finanzas, expondrá sus discrepancias con el ministro a quien calificó de responsable de la derrota electoral.

Y en medio de la polémica surge una pregunta: ¿qué papel jugará Vallejos cuando el próximo 10 de diciembre? su mandato como diputado expira elegido en 2017?

A los kirchneristas les encantaría verla en un puesto de responsabilidad, pero es probable que la dureza de sus críticas a Alberto Fernández le impida hacerlo, al menos en el corto plazo.

Pero de algo no hay duda: Vallejos terminó convirtiéndose en un referente ineludible del pensamiento económico del «kirchnerismo puro» y, al poner el dedo en la llaga de los problemas económicos actuales, anticipó la próxima discusión dentro de un gobierno que quiere sostener un modelo de bienestar sin recursos.

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Fuente: iprofesional.com

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