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ya tomaron una decisión, pero crecen las llamas /Titulares de Política

—Te digo algo: soy candidato en la provincia de Buenos Aires y no seré el segundo de nadie. Todos tenemos que estar juntos, el PRO, la Coalición Cívica y los radicales, pero Si definitivamente voy a exponer mi salud, es a la cabeza. No puedo ir tercero o cuarto. Así es: yo iré primero y lo haré con todos ”, dice Elisa Carrió desde su casa y búnker político, en Exaltación de la Cruz, lacónica, frente a quien quiera escucharla.

Es una revelación de alto impacto político y electoral, que podría desencadenar nuevas tormentas en un sector de Juntos por el Cambio. Al menos parte de la declaración que hace la líder de la Coalición Cívica frente a sus interlocutores parece haber coincidido con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal en sus recientes reuniones y en sus últimas conversaciones telefónicas. Ayer, antes del mediodía, fue el último. Hay un acuerdo entre ellos. Carrió será candidato y Larreta y Vidal apoyarán esa contienda, aunque podrían cuestionar el lugar en la papeleta. Quizás tengan otro nombre en mente para liderar.

El lanzamiento del exdiputado en el principal distrito electoral del país se da, entre otros motivos, para liberar el camino de Vidal, que no quiere volver a ser candidato en la provincia que gobernó hasta diciembre de 2019. Vidal dice que Lilita es el que más la protege.

¿Y Rodríguez Larreta? La protege, pero es más lo que la empuja a determinar pronto qué hará con su futuro. El jefe de gobierno siempre ha querido verla con el traje de candidata. La conducía a Buenos Aires con la idea de poner el pie antes de confesar abiertamente su sueño presidencial. Ahora está contento con que esté en la City. Ya no tiene que ver con sus planes de enfrentar el kirchnerismo en 2023, sino con calmar las urgencias internas que genera la amenaza de Patricia Bullrich de ser la primera candidata de la CABA.

Es un tema que comenzó como una discusión marginal y que, al calor de las apariciones cada vez más extremas del exministro en las calles y en los canales de televisión, se le salió de las manos al chofer porteño. Tanto es así que hoy su comportamiento se ha vuelto ambivalente: Si se apresuran y garantizan que prevalecerá la paz, no descarta acabar apoyando el voto de Bullrich, aunque eso se traduzca en una pérdida de poder interno. Antes de que ese escenario se convierta en una realidad, él y todo el espacio hará lo que nunca puede faltar -salvo en el PRO- en la maniobra electoral previa: una gran encuesta eso les ayuda a pensar en cómo se evalúa a las dos mujeres, quién tiene más posibilidades de lograr una cómoda victoria en el baluarte macrista y hasta qué punto la ciudadanía cambiaría el voto si una u otra fuera la candidata.

Si es necesario, y más allá de las encuestas -de las que no cree- Bullrich tiene previsto apuntarse a las PASO para competir con Vidal. En su entorno se aseguran de que de ninguna manera evaluará bajarse para integrar la eventual lista larretista, a menos que el alcalde acabe bendiciendo su nominación. Hoy no es la primera opción, pero hay que ver qué pasa si Vidal es el que se baja al final. Si compitiera, Una pelea de titanes podría volverse inevitable e irresistiblemente tentadora para todos: Larreta versus Mauricio Macri. El expresidente juega para su exministro de Seguridad y de vez en cuando acecha a la dirección larretista.

Macri lleva un año pidiendo a su socio que convenza a Vidal de participar en la Provincia. Larreta no supo cómo destrabar el tema. Esto es lo que le confesó a Bullrich en su última charla a solas, cuando ella le pidió explicaciones. La mujer, como siempre, aceleró. «Lo que están haciendo no es racional», Le dije. Hay quienes afirman que las palabras eran distintas. Menos cuidado, por decir lo menos. El diálogo continuará. Están programados para reunirse de nuevo mañana.

Vidal escucha las peticiones de la alcaldesa, su padre político desde 1998 – la conoció cuando ella ingresó a la ANSeS como pasante y él era gerente – y se prepara para postularse a diputado nacional en representación de los porteños, lo que representaría un nuevo cambio. de posición. distrito después de haber ocupado el máximo cargo que se puede reclamar al otro lado de General Paz. Para Bullrich y su equipo es un capricho ininteligible. «Duele el espacio”Dijo hace 48 horas.

«¿No te vamos a contestar?», se preocupó un operador larretista. «No»dijo Vidal cuando se enteró. Iba de camino al canal de América para una entrevista. Ocultó su malestar al aire. ¿Cómo podría hacerlo? Porque, como ella misma dice a menudo, cuando algo la incomoda se nota en su rostro.

La aplicación de Vidal en la Ciudad es la segunda definición trascendente que está cayendo. Lo anunciaría cuando regrese de su estadía en Washington, que comenzará el próximo miércoles y finalizará una semana después con reuniones con organismos internacionales. El potencial es porque todavía considera que hay espacio para no ser candidata. Quizás también esté esperando el resultado de esa mega encuesta. O algún consejo a Larreta de Jaime Durán Barba, el hombre que todos intentan decir que ya no existe, pero que de vez en cuando envía sugerencias por correo electrónico desde su casa en Quito.

No está muy claro si las vacilaciones de Vidal son porque temes la derrota o porque no quieres exponerte a un interno feroz. Lo último que dijo, y envió a contarle a los más ansiosos -que le aseguran que no competir le traerá costos a la sociedad- es que tendrá una última charla con su familia. Esa conversación podría condicionar su camino: quienes le hablan a diario, fuera de la dirigencia, le piden que se preserve para contiendas electorales no legislativas y que siga disfrutando de la vida sin estar conectada al teléfono las 24 horas del día.

Al trío Larreta-Vidal-Carrió se une un cuarto actor, ineludible en la pasantía de Juntos por el Cambio: Diego Santilli. Aunque Carrió quiere liderar, a Larreta le haría ruido que su subjefe tenga que dimitir del Ayuntamiento, donde también es ministro de Seguridad, para ir como número dos. Tampoco resultaría atractivo para Santilli, que, si se mudaba, lo haría tener la certeza de que en 2023 luchará por la sucesión de Axel Kicillof.

Esa estrategia cae como un proyectil en otros sectores del espacio. Jorge Macri, el alcalde de Vicente López -quien también está emocionado de ser el próximo gobernador y estableció una alianza con Bullrich-, ya advirtió que irá a las PASO si el aspirante es Santilli. Viene de hacer declaraciones contundentes. Incluso cuestionó si Santilli tiene su domicilio en la provincia. La virulencia lo obligó a enviar un mensaje de voz de dos minutos y diez segundos al resto de alcaldes de Juntos por el Cambio para argumentar por qué lo había hecho.

Jorge Macri tiene aliados que lo acompañan en su oposición a la candidatura de Santilli. El peronista Joaquín de la Torre, exministro de Vidal, amenaza con dejar el espacio si la Provincia «queda en manos de los porteños». De la Torre coquetea con saltar a las filas de Florencio Randazzo, quien en este momento analizar cuándo y cómo anunciar que estará en la parrilla de candidatos a diputados de la Provincia.

Randazzo cuenta con el apoyo de Roberto Lavagna -que ha traído varios líderes al equipo de campaña- y Juan Manuel Urtubey de Salta, y podría cerrar filas con la socialista rosarina Mónica Fein. También habla frecuentemente con Emilio Monzó, otro que espera la gubernatura y que trabaja para Larreta, aunque han hecho un trabajo de tenaza para intentar marginarlo.

Los giros y vueltas de la oposición actúan como una especie de bálsamo en el kirchnerismo. En un momento de debilidad política del Gobierno, con la imagen presidencial en su piso de popularidad y con reclusos que también escalan de la mano de una pandemia que coloca al país entre los peores registros de contagios y muertes a nivel mundial, los tirones de sus rivales provocan momentos de regocijo en la Casa Rosada y el Instituto Patria.

No es mucho ni es garantía de éxito, pero es lo que es.

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Fuente: Clarin.com

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