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Cartas de lectores: voces silenciosas

Que tristeza escuchar hoy las voces oportunistas de los personajes que tanto daño hicieron, hacen y seguirán haciendo al país, denunciando los gravísimos hechos ocurridos en la hermana provincia de Jujuy. Son las mismas voces que en diciembre de 2013, mientras Tucumán ardía, abandonada a merced de los delincuentes, callaron con tanta fuerza que el silencio se volvió ensordecedor. En Plaza de Mayo, al frente de ese silencio, feliz y bulliciosa celebrando los 30 años de una democracia que aquí se desmoronaba, estaba la inefable Cristina Fernández de Kirchner, tocando el tambor y bailando, rodeada de una multitud de obsequiosos mantenidos al ritmo a él. La gente cantó, y de la mano de un reconocido artista, ella le pidió a Dios que su dolor no le fuera indiferente. Al mismo tiempo, en Tucumán, el dolor atravesó el alma de miles de tucumanos olvidados y violentados. En la provincia gobernó el kirchnerismo, con «el mejor gobernador de la historia de Tucumán», don José Jorge Alperovich, acompañado, sin excepción, por todos los que en la actualidad conducen los destinos de esta tierra detonada, que no solo aportaron silencio en ese momento , pero también una extraordinaria incapacidad para resolver un conflicto policial que fácilmente podría haberse evitado. Ese triste diciembre produjo un saldo de 13 muertos, según cifras extraoficiales, y miles de empresarios, comerciantes y trabajadores saqueados y en ruinas. Un pueblo asaltado por delincuentes, primero, y reprimido por el gobierno, después. La posibilidad de una intervención federal nunca se insinuó; no hubo ni un simple tuit presidencial diciéndole al actual gobernador que se hiciera cargo de la situación, y que dejara la locura represiva. En definitiva, la hipocresía política imperante no es el camino que nos sacará de la lúgubre situación en la que nos encontramos. Apoyo las demandas y reclamos de los pueblos originarios, los maestros y el personal de salud de Jujuy, pero no las formas, claramente adoptadas por facciones violentas ajenas a ellos. Ruego a Dios que vuelva a reinar la paz, hay que parar esta locura, adoptar el diálogo, porque sea del color político que sea que llegue al poder, los años venideros son muy difíciles para cualquier buen ciudadano que ame a su patria. Tú, amas a los tuyos?

Que tristeza escuchar hoy las voces oportunistas de los personajes que tanto daño hicieron, hacen y seguirán haciendo al país, denunciando los gravísimos hechos ocurridos en la hermana provincia de Jujuy. Son las mismas voces que en diciembre de 2013, mientras Tucumán ardía, abandonada a merced de los delincuentes, callaron con tanta fuerza que el silencio se volvió ensordecedor. En Plaza de Mayo, al frente de ese silencio, feliz y bulliciosa celebrando los 30 años de una democracia que aquí se desmoronaba, estaba la inefable Cristina Fernández de Kirchner, tocando el tambor y bailando, rodeada de una multitud de obsequiosos mantenidos al ritmo a él. La gente cantó, y de la mano de un reconocido artista, ella le pidió a Dios que su dolor no le fuera indiferente. Al mismo tiempo, en Tucumán, el dolor atravesó el alma de miles de tucumanos olvidados y violentados. En la provincia gobernó el kirchnerismo, con «el mejor gobernador de la historia de Tucumán», don José Jorge Alperovich, acompañado, sin excepción, por todos los que en la actualidad conducen los destinos de esta tierra detonada, que no solo aportaron silencio en ese momento , pero también una extraordinaria incapacidad para resolver un conflicto policial que fácilmente podría haberse evitado. Ese triste diciembre produjo un saldo de 13 muertos, según cifras extraoficiales, y miles de empresarios, comerciantes y trabajadores saqueados y en ruinas. Un pueblo asaltado por delincuentes, primero, y reprimido por el gobierno, después. La posibilidad de una intervención federal nunca se insinuó; no hubo ni un simple tuit presidencial diciéndole al actual gobernador que se hiciera cargo de la situación, y que dejara la locura represiva. En definitiva, la hipocresía política imperante no es el camino que nos sacará de la lúgubre situación en la que nos encontramos. Apoyo las demandas y reclamos de los pueblos originarios, los maestros y el personal de salud de Jujuy, pero no las formas, claramente adoptadas por facciones violentas ajenas a ellos. Ruego a Dios que vuelva a reinar la paz, hay que parar esta locura, adoptar el diálogo, porque sea del color político que sea que llegue al poder, los años venideros son muy difíciles para cualquier buen ciudadano que ame a su patria. Tú, amas a los tuyos?

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