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CONGRESO. Apenas la semana pasada discutimos que el congresistas Harán bien en recordar que, como autoridades, tienen la obligación moral y política de gastar responsablemente los recursos que se les asignan y de rendir cuentas de esos gastos (ver Editorial del 21.02.2023). Esto en relación con varios casos reportados por la prensa que revelaron un aparente uso inapropiado de los viajes pagados a los que tienen derecho los congresistas, así como los llamativos comentarios en respuesta a las preguntas de algunos legisladores.

En los días que siguieron, sin embargo, fue otro caso de gasto cuestionable por parte de este Congreso lo que causó más revuelo. Y resulta que, en diciembre, poco después del cambio de gobierno y en plena escalada de la crisis política, la actual Junta Directiva firmó una adenda al contrato con la concesionaria de comedores para ‘mejorar’ considerablemente las opciones de comidas para congresistas Así, el almuerzo pasó de S/10,59 a S/80 por persona, mientras que el desayuno, de S/4,20 a S/31. Con esto, considerando también la cena (S/80 más), el costo de alimentar a un congresista en un solo día podría llegar a S/191.

El problema de esta decisión, por supuesto, no es tanto el monto gastado, como parecen haber entendido algunos legisladores que han llevado su defensa en esa dirección. Lo verdaderamente problemático es la total falta de criterio político que se ha mostrado para tomar primero esta decisión en el momento en que se tomó y luego responder a las preguntas de la prensa en la forma en que lo han hecho algunos congresistas. Patricia Chirinos, por ejemplo, respondió que todos tienen «derecho a comer bien», mientras que Waldemar Cerrón opinó que «comer no es un gasto innecesario». Quizás el más tonto, sin embargo, fue Jorge Montoya, quien llegó a increpar a los periodistas de que seguramente comían “comida de tercera, seguramente”, por las preguntas sobre este tema.

Comentarios como estos solo empeoran la crisis actual. Que tantos legisladores no entiendan la importancia de estos gestos políticos es tan lamentable como peligroso para nuestra democracia. Como reveló un reciente artículo de Denisse Rodríguez, el presupuesto del Congreso peruano es cercano a los US$150 millones y US$2 millones superior al de la Legislatura chilena, que tiene dos cámaras y 205 diputados. Sin embargo, tanto estos recursos como el poder que les asignamos también conllevan una gran responsabilidad.

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