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el desafío de limitar el calentamiento global / Sociedad

El suelo puede convertirse en un sumidero de carbono atmosférico con ese objetivo global.

El año pasado cumplieron 50 años del Concierto por Bangladesh. Un recital organizado por el ex Beatle George Harrison y su pareja Ringo Starr junto a un notable grupo de estrellas del rock como Eric Clapton y Bob Dylan que pasó a la historia por ser el primer concierto benéfico de la historia de la música moderna. El motivo era recaudar fondos para paliar una feroz hambruna que mató a más de 500.000 personas., terrible consecuencia de la guerra que asoló ese lejano país, el Pakistán musulmán. Ese concierto sirvió para abrir los ojos a millones de jóvenes en todo el mundo sobre el apremiante problema del hambre, entre ellos, a quienes escribe.

Ese mismo año, un agrónomo llamado Norman Borlaug fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la transformación de la agricultura. Una transformación tan profunda que la historia la reconoció como revolución verde. Norman, un viajero incansable que tuvo la oportunidad de pasar muchos años en nuestro país cooperando con el INTA, supo dar respuesta a un desafío que parecía inalcanzable hace 50 años: ¿seremos capaces de alimentar a una población que crecía exponencialmente? Hasta ese momento, la humanidad se vio afectada por recurrentes hambrunas como la que motivó aquel recordado Concierto en Bangladesh. El éxito de la Revolución Verde fue tan abrumador que el número de personas que mueren de hambre se redujo de 17 millones de personas en la década de 1960 a menos de 500.000 en la última década.

Han pasado 50 años y esa meta que parecía inalcanzable es solo un hito en la historia. Una epopeya donde los productores argentinos fueron destacados protagonistas al multiplicar por cinco su producción de granos en este período.

50 años después, la humanidad se enfrenta un desafío tan o más desafiante que ese: el cambio climático. Nunca antes la humanidad se había enfrentado a la posibilidad concreta de un cambio tan profundo en nuestras condiciones de vida. Y si bien el tan temido Armagedón nuclear siempre fue una amenaza, en el caso del cambio climático estamos hablando de una certeza inexorable que solo podremos evitar si cambiamos profundamente la forma en que hemos vivido hasta hoy.

A lo largo de toda la historia, pero principalmente en los últimos 50 años, el ser humano ha liberado a la atmósfera una cantidad colosal de gases de invernadero. Y su acumulación está produciendo efectos que afectarán inexorablemente nuestra existencia tal como la hemos conocido hasta hoy. Tras largos debates, parece que la humanidad ha tomado conciencia de que no podemos seguir tratando al planeta como hasta hoy y que es imprescindible un cambio.

Sabemos que la primera parte de la solución es reducir nuestras emisiones y la humanidad (es decir, todos) poco a poco se está comprometiendo con ello. Recicla, reutiliza y recupera Comienzan a encarnarse poco a poco en todos nosotros, la mayoría de las veces gracias a la predicación y al ejemplo de nuestros hijos. Sin embargo, cuando caminamos hacia el precipicio, caminar más despacio no es una solución. Tenemos que cambiar de dirección.

En estos días se está llevando a cabo en Egipto la la 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (conocido como COP27). Entre tantas voces quiero destacar a Rattan Lal, ganadora del Premio Mundial de la Alimentación 2020, quien sostiene que el suelo puede convertirse en un sumidero de carbono atmosférico y limitar el calentamiento global.

La agricultura es la ciencia que utiliza la energía del sol y la fotosíntesis para producir alimentos, ropa y, en última instancia, biocombustibles. Los agricultores son -en última instancia- administradores de la fotosíntesis, bueno, lHa llegado el momento de utilizar la fotosíntesis para recuperar todo el dióxido de carbono que hemos emitido a lo largo de la humanidad y devolverlo al suelo en forma de biomasa y materia orgánica.

Rattan Lal propone “cultivar” carbono. Argumenta que los agricultores de todo el mundo pueden cultivar carbono en el suelo, en los árboles y en el suelo y ser recompensados ​​por hacerlo. “De la misma manera que pueden vender leche, pollo, carne de res, maíz y soya, también deberían poder vender carbono, para que se convierta en una mercancía”.

propone que el producto básico de carbono tenga un precio justo, transparente y dirigido al agricultor. Además, argumenta que la mayor parte del dinero asignado en realidad debería ir a los agricultores «porque eso no ayudaría a convertir la ciencia en acción y hacer de la agricultura la solución al cambio climático».

¿Es esto realmente posible? qué¿Es posible la agricultura regenerativa? Miles de ejemplos de productores de todo el mundo (entre ellos muchos argentinos) comienzan a demostrar que esta utopía es posible. Es aquí cuando comienza el debate y yoLa pregunta ya no es si es posible sino si podemos hacerlo a escala y -aún más difícil- si será económicamente posible.

No es mi intención intentar resolver este debate en esta nota. Por ahora creo que es suficiente recordar que hace apenas 50 años no sabíamos si íbamos a poder alimentar a la humanidad hasta que un visionario nos enseñó que era posible. Hoy, 50 años después, la agricultura -y los productores agrícolas- tienen la oportunidad -y el reto- de hacer de la agricultura la solución al cambio climático.

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Fuente: Titulares.com

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