A pesar de que todo parece indicar que Schiaretti reservará la fecha electoral para principios de 2023, las cartas parecen estar sobre la mesa sin posibilidad de sorpresas. Los candidatos a competir por la herencia del poder cordobés ya tienen nombres propios que se afianzan como los que aspiran a hegemonizar la discusión y buscan ampliar sus bases electorales en pos de alcanzar el máximo galardón, el cargo más importante del Centro Cívico Bicentenario.
A pesar de algunos amagos previos, nadie en el peronismo imagina un candidato que no sea Martín Llaryora. En las últimas semanas, incluso, las medidas que se manejan desde el oficialismo empujan aún más la candidatura a la alcaldía de la capital. Fortalecidos en un piso de alta aceptación en la gestión y preparados para que el gobernador de la voz de “aura” salga a recorrer el territorio provincial, resta definir la forma en que se completará el esquema para garantizar el espacio el plus electoral que buscan. a partir de tres estrategias que (perfectamente) pueden coexistir: la elección de un candidato fuerte a la alcaldía de Córdoba, un posible partido nacional de Schiaretti y la elección de una vice que atraiga votos de otros espacios de representación.
Desde hace un tiempo, entre las estrategias de los actuales habitantes de El Panal se analiza la posibilidad de que el segundo o la segunda de Llaryora provengan de un espacio que ahora está en oposición. Una decisión de Schiaretti que signifique jugar desde un frente transversal facilitaría las cosas para convocar a alguien que debería ser parte del radicalismo o del PRO. Hacemos por Córdoba ya cuenta en sus filas con otras fuerzas que integran un esquema de oposición nacional (como el GEN o el socialismo) por lo que poco sumaría proponer una figura de esos sectores al pensar en el crecimiento concreto que podría tener una segunda figura. garantizar. ¿Un «externo»? No se descarta, aunque ahí jugaría el factor sorpresa y no se anticipa el movimiento.
Otra chance, la menos vociferada por razones de estricta lectura política mediterránea, es reconducir las relaciones con algunas facciones del Frente de Todos. El nombre con mayor potencial para desembarcar en la fórmula siguiendo esta lógica es el del villamariense Martín Gill, quien ha venido exponiendo su voluntad de reconstruir la relación con el peronismo provincial y ya ha dado muestras concretas de apertura y acercamiento. Su asamblea, incluso, no solo podría consignar la devolución de algunos de los votos que provenían de estructuras locales alineadas con el gobierno nacional, sino que asegura que tiene la capacidad de reunir a activistas barriales y radicales que aportarían un puñado de votos capaces de marcar la diferencia en una elección que presagia pareja.
La posibilidad de entablar conversaciones con el caserismo es más compleja, del mismo modo que se reconoce que un acercamiento al kirchnerismo dependerá de la estrategia espacial nacional que tenga como referente a la vicepresidenta. Hay quienes dicen que el expresidente está dispuesto a «arreglar las cosas» con Schiaretti. De todas formas, reconocen dentro del peronismo cordobés, una alianza de este tipo no podría presentarse como tal. Pese a ello, hay acuerdos que podrían abrir las puertas a candidaturas de «consenso», que están de acuerdo con todo el panperonismo cordobés.
Juan Manuel Llamosas, quien no solo tiene en su gestión a funcionarios abiertamente kirchneristas, sino que logró su reelección con un acuerdo entre todos los espacios que reunió a Santiago Cafiero, “Wado” De Pedro, Manuel Calvo y Oscar González, entre otros. Ese perfil suma posibilidades al riocuartense, de quien se sabe que tiene la capacidad de expresar «algo más» que una «pura fórmula».
El crucigrama opuesto
En Juntos por el Cambio, el problema principal no está resuelto. El reglamento interno que definirá la forma en que serán seleccionados los candidatos no termina de cerrarse y la batalla de nervios va ganando espacio. De todas formas, nadie imagina que la candidatura quede fuera de las figuras de Luis Juez y Rodrigo De Loredo.
Para mantener unido el espacio, no hubo grandes definiciones en los mítines políticos de Juntos por el Cambio que se desarrollaron en las últimas horas en la provincia. Tampoco lo será hoy, cuando se reúna la mesa de Juntos por el Cambio en Río Cuarto, donde ya ayer se dieron cita los radicales.
Con el candidato a gobernador en duda, los nombres se amontonan en todos los planes estratégicos con diseño opositor. Aunque los diálogos también podrían encauzarse hacia una alianza que coloque figuras en lo más alto de las aspiraciones capitalinas.
Soher El Sukaría ya expresó su voluntad de ser candidata a alcaldesa, aunque su peso dentro del PRO local y su creciente protagonismo entre los halcones del Congreso podrían ponerla en la candidatura a vicegobernadora. Junto a Gustavo Santos, es la que mejor diálogo ha mostrado con el gobierno provincial en los últimos meses, lo que abre paso a todo tipo de especulaciones, negadas siempre que conviene. Sin embargo, nadie descarta que el macrismo busque «poner los huevos en dos canastas», lo que llevaría a una ruptura, al menos aparente, en el PRO de Córdoba.
Si hay una fórmula de consenso, la elección dependerá de quién dirija. Si Juez y De Loredo aceptan pasar por la provincia y la ciudad, respectivamente, es lógico que el PRO exija el segundo lugar de la fórmula. Allí ya se apuntaron Laura Rodríguez Machado y Pedro Dellarossa.
Con De Loredo como candidato “de cajón”, desde el radicalismo empiezan a surgir nombres que tienen a las mujeres como protagonistas. Desde la liga de alcaldes que a principios de esta semana se reunió con Facundo Manes, cada vez cobra más fuerza la figura de Miryam Prunotto y, desde el Congreso, el nombre de Soledad Carrizo, la exalcaldesa de Quilino que transita su tercera término en la cámara baja.
Eso sí, si hay internas, cualquiera de las nombradas puede terminar encabezando la lista para la gubernatura.
Con información de La Nueva Mañana, nota de César Martín Pucheta
Fuente: diariocordoba.com.ar