">

Lunes 14 de Noviembre de 2021: puede pasar de todo

Lunes 15 de noviembre de 2021. El día siguiente a las elecciones generales. ¿Cómo va el gobierno? ¿Cómo y con quién? ¿Todos con los pies en el plato? Falta menos de un mes para las elecciones y las arterias peronistas están abriendo interrogantes sobre el futuro de la administración de Alberto Fernández y la sostenibilidad del Frente de Todos.

La principal incógnita que surge en la coalición está ligada a la crisis política interna que sufrió el Gobierno tras la derrota en las PASO. Se preguntan si se puede generar un escenario similar o si los protagonistas de la guerrilla interna entendieron que el autocorte los debilita. A todos. Kirchnerismo, Albertismo y Masismo. Debilita la gestión del gobierno que está formada por todos, no solo por Alberto Fernández.

En el peronismo existe preocupación por cómo continuará la vida interna de la alianza política. Si bien, como dijo un funcionario nacional, «los partidos hay que jugarse», la mayoría asume que las elecciones legislativas de noviembre se perderán y Juntos por el Cambio será el gran triunfador de la jornada. Por eso piensas en el día siguiente con cierta preocupación.

El argumento que sustenta la incertidumbre es el trabajo de unir las partes que el Gobierno ha hecho hasta ahora. Empezando por Alberto Fernández y Cristina Kirchner quienes volvieron a hablar con mínima frecuencia y rompieron el bloque de hielo que los dividía durante la crisis que estalló en la Casa Rosada como consecuencia de una maniobra estratégica de la Vicepresidenta.

“La racionalidad debe prevalecer. Tenemos que ser lo más sólidos posible para afrontar lo que viene ”, reflexionó un importante referente de las organizaciones sociales. ¿Qué viene? Negociaciones con el FMI, la lucha por controlar la inflación ante la enorme emisión de pesos, y la búsqueda de un acuerdo con la oposición para generar condiciones de gobernabilidad en un contexto de crisis económica y altos niveles de pobreza e inseguridad.

Si los resultados de las elecciones son similares a los de las PASO, el jefe de gobierno de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, se convertirá en uno de los principales líderes de la coalición opositora. María Eugenia Vidal y Diego Santilli, candidatos a los que apoyó, tienen la ventaja y si ese resultado se da, su estrategia de apostar por dos miembros íntimos de las filas del PRO habrá triunfado. También se lanzará su proyecto presidencial 2023, de forma más explícita.

En este contexto, Rodríguez Larreta se convertirá en un interlocutor necesario para el Gobierno. El gran problema es que hoy la relación entre el Presidente y el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es nula. No existe. Fue muy dañada por los cortocircuitos que se produjeron durante el manejo de la pandemia. Buenos Aires mantiene vínculos con la Casa Rosada con el ministro de Gobernación, Eduardo “Wado” De Pedro, el secretario de la Presidencia, Julio Vitobello, y el asesor del Jefe de Estado, Juan Manuel Olmos. Así la relación política sobrevive.

Uno de los vínculos con la oposición es el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quien dio un paso al frente y propuso «10 políticas de Estado para darle a la Argentina un proceso de crecimiento y desarrollo» vinculados a educación, programas de empleo, alivio de la deuda. , exportaciones, energías renovables y presupuestos ambientales, entre otros temas que el líder del Frente Renovador tiene en su agenda.

Hay puentes para acordar la gobernanza. Depende de la buena voluntad, de las ambiciones personales hacia 2023 y de la capacidad de gestión de acuerdos que tengan los principales líderes del oficialismo y la oposición. Si las vanidades y las chicanas ganan lugar en escena, la relación volverá a ser turbulenta. Una vez más.

Donde se esperan problemas al día siguiente de las elecciones es en el Congreso. El oficialismo podría perder la mayoría en el Senado donde hoy, sin contar a José Alperovich de Tucumán, quien se encuentra de excedente, reúne a 41 senadores del bloque Frente de Todos y los aliados. Según las cuentas que hacen en el Frente de Todos, considerando los magros resultados que se obtuvieron en las Primarias y que podrían repetirse, perderían entre cuatro y seis senadores.

Para lograr quórum se necesitan 37 legisladores. En estas elecciones se eligen senadores en ocho provincias: Catamarca, Chubut, Corrientes, Córdoba, La Pampa, Mendoza, Santa Fe y Tucumán. En Primaria el Gobierno perdió en seis. Para los generales creen que sucederá lo mismo. Los únicos triunfos se lograron en tierras de Tucumán y Catamarca.

Pero la composición de la cámara alta, a partir del 10 de diciembre, cuando se renueven los mandatos, no depende exclusivamente de las elecciones. Hay un puñado de senadores del centro y norte del país que están forjando alianzas para romper el bloque Frente de Todos y formar su propio bloque a partir de fin de año. Un espacio que podría tener unos seis integrantes.

El jueves 30 de septiembre, antes de acudir a la Casa Rosada para participar, junto al Presidente, en un anuncio para el campo, Cristina Kirchner encabezó una reunión de bloque en el Senado. Quienes estuvieron presentes aseguran que fue un monólogo en el que habló sobre la convocatoria a la sesión presencial y rebajó las pautas generales respecto a la campaña electoral. No hubo interacciones. Solo ella habló.

Por ello, una vez que salió del Congreso, algunos de los senadores presentes alzaron la voz, se quejaron de la dinámica de trabajo y las imposiciones del kirchnerismo en la votación, e insinuaron la posibilidad de romper el bloque luego de las elecciones, que es el momento. límite que respetarán para no generar más problemas de los que ya tiene el oficialismo.

Sin embargo, el puñado de legisladores que están descontentos con las imposiciones del kirchnerismo ya han decidido cerrar la puerta tras las elecciones. Como suele ser el caso en tales situaciones, existe cierta desconfianza acerca de quién podrá resistir la presión y el ataque de K una vez que se sepa que la ruptura es inminente. Pero la decisión está tomada. Hay rabia y resignación. Se sienten manipulados.

El jefe del bloque gobernante, José Mayans, es consciente del mal humor entre sus compañeros por las órdenes que reciben y la dinámica de trabajo que se generó en estos dos años. El senador por Formosa sabe que la tensión interna está dando lugar a la gestación de un nuevo bloque, como sucedió en 2016, cuando inició la administración de Mauricio Macri.

En ese momento un grupo de diputados, entre los que se encontraban Diego Bossio, Oscar Romero, Pablo Kosiner y Sergio Ziliotto, decidieron dividirse las aguas cuando se dieron cuenta de que las órdenes que venían del expresidente no se podían discutir. Por un lado el kirchnerismo y La Cámpora. Por otro, los gobernadores peronistas. La situación actual es muy similar.

Otra de las incógnitas es la posibilidad de un nuevo reemplazo de gabinete. En la Casa Rosada no lo niegan ni lo confirman. Siempre fue una posibilidad latente. Incluso era el plan A que tenía el presidente tras la derrota en las PASO. Quería modificar la estructura de ministros una vez terminadas las elecciones generales. La presión de Cristina Kirchner lo obligó a cambiar de rumbo.

El equipo económico es el objetivo. Especialmente un nombre: Matías Kulfas. El Ministro de Producción lleva mucho tiempo en la lista de posibles cambios. La llegada de Roberto Feletti a la Secretaría de Comercio parece ser una señal del rumbo que se busca. En las últimas horas el flamante funcionario ya amenazó con aplicar la Ley de Abastecimiento, marca registrada de la etapa K. La continuidad de Kulfas no está asegurada.

Diferente es la situación del ministro de Economía, Martín Guzmán, quien luego de soportar los atentados de K, en medio de la crisis política del gobierno, conversó con Cristina Kirchner, quien le dijo que nunca le había pedido la cabeza. En el oficialismo asumen que fue solo un gesto para aflojar la tensión el día que Alberto Fernández sufrió un vacío de poder.

El gobierno entiende que la continuidad de Guzmán es importante, sobre todo para cerrar el acuerdo con el FMI. La gestión de Fernández necesita estabilidad y previsibilidad. Sacar al ministro de Economía de su lugar solo sembraría más incertidumbre. Sin embargo, el resultado electoral marcará con mayor precisión el mapa de los días siguientes al 14 de noviembre. No es lo mismo, suponen, perder poco a poco, perder batiendo.

El Frente de Todos tiene la necesidad de dirigir la gestión y cerrar la etapa electoral lo antes posible. Asumen la derrota de antemano y creen que lo mejor que les puede pasar es acortar el margen de distancia con la oposición y, al día siguiente de las elecciones, centrarse en iniciar una nueva etapa de la administración. Deja atrás la pandemia y comienza todas las actividades económicas, sociales y deportivas como estaban antes de la llegada del coronavirus. Ese proceso ya ha comenzado y se profundizará.

Con información de Infobae sobre una nota de Joaquín Mugica Díaz

Fuente: diariocordoba.com.ar

Salir de la versión móvil