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Se abrió la carnicería

La carnicería comenzó cuando muchos insinuaron una tregua entre Uno y Dos. Hay olor a floristería, pero no es atribuible al cumpleaños de YPF. Más que aniversarios célebres, velorios, funerales, se respiran tiempos de coronas en lugar de atractivos ramos de flores. Las dudas: mañana se cambiará un Ministro de Producción (renuncia Matías Kulfas) o se modificará un rumbo de Gobierno con la unificación de carteras (Producción y Agricultura, o Transporte con Producción).

Otra incógnita: Alberto elige a alguien cercano a él (Todesca), a uno de Cristina (Costa), un híbrido como Katopodis, o le asigna una responsabilidad superior al Ministerio e invita a presidir a Sergio Massa, aspirante hace tiempo a dejar la Cámara. encima de eso. de Diputados y tienen una función ejecutiva más amplia en una de las áreas en las que “se hacen dólares”.

Fanático de esa zona y de la palabra que la distingue, prioridad en su diccionario personal, también suena como candidato, el embajador Daniel Scioli, que en los últimos meses ha aguantado al Presidente para ayudarlo o sucederlo. Finalmente, ambos se reconocen como «hermanos». Además, Scioli está en perfecta sintonía con Guzmán. Pero, reconocido en Brasil, le costó sumergirse en aguas lejanas de la chica de Ipanema.

La situación contraria es la de Massa, enfrentado a Guzmán, pero con el apoyo de una maraña (gobernadores, alcaldes) preocupados de que alguien separe al Gobierno de una pendiente mortal. De ahí que la sustitución de Kulfas sea un simple trámite de reemplazo o la modificación de una política que encarna Economía, hoy apoya Fernández, habilita el Fondo Monetario y es probable que Biden firme cuando se reúna con su colega argentino en julio.

En 48 horas se desató la búsqueda de presas, cazando cerdos con cuchillos o leones con rifles. El viernes, la colmena se emocionaba con el encuentro -tras 90 días de confinamiento solitario- entre Cristina y Alberto en el centenario de YPF. Propios y ajenos coincidieron en que el vicio superó con éxito ese día exigiendo que Alberto despidiera a Guzmán, Kulfas, Moroni y Pesce. “Usa la pluma, Alberto”, le recomendó.

Sin embargo, en esa actuación había olvidado (a cierta edad no se recuerda la más reciente) que unos minutos antes el presidente se había quitado la tapa, puesto tinta indeleble en el tanque y despedido a un protegido del vicio, el jefe de la AFI, Cristina Caamaño, de improvisada y poco lúcida tarea según los especialistas.

Balance del encuentro en Tecnópolis: Cristina moral ganadora mientras Alberto primero en el resultado. Suele ocurrir. Además, para ocupar la cúpula de los espías, no sólo sacó a uno de ellos, sino que puso a uno de ellos, Agustín Rossi, albertista de primera hora, quizás por la deshonra que siempre le daba Cristina (hacía muerde el polvo con una candidatura frustrada en Santa Fe). La elección de Alberto fue un hecho concreto, agresivo, descarado, superior a los pucheros y mensajes abiertos y encubiertos que había ofrecido Cristina en el teatro Tecnópolis.

Esa fotografía duró poco: 24 horas después, harta de las objeciones de Cristina -que un día escribió un libro en su contra, que no es industrial y, el viernes pasado, que no es capaz de parar el récord de importación-, Kulfas desempolvó el guitarrón mexicano que le gusta tocar e hizo una transmisión mediática en off: los que usaron el bolígrafo, señaló una mano anónima de su colección, para una oferta dudosa fueron “funcionarios de Cristina”. No de Alberto. Y también han sido los autores de otorgar cómodas condiciones a Techint para la fabricación de tubos, casi irrisorias, como la gestión discrecional de otorgar la obra del gasoducto a la misma empresa. Una mancha sobre el cristianismo, la viuda, los simpatizantes y La Cámpora.

Como se sabe, el día anterior el vicio había hecho suyas aquellas graciosas instalaciones al albertismo. Sostuvo que no sólo era necesario hacer favores a la empresa Rocca sino también exigir una generosa retribución por otras obras gubernamentales. Kulfas se hinchó de molestia ante estas consideraciones y respondió. Se entiende que lo hizo sin ver luz verde de Olivos por ese brote de ira.

Un minuto después, los funcionarios aludidos en la supuesta irregularidad respondieron y Cristina pidió té con limón para aliviar su dolor de cabeza. Ella no había previsto este resultado. Tampoco bastó que sus gritos despertaran al Presidente, más de uno sospecha que dijo “lo quiero fuera en 5 minutos” y, temeroso de una catástrofe, Alberto ordenó un balsámico para la señora y le entregó la cabeza de Kulfas en un plato.

Aun así, la niebla se espesó y mañana se iniciará una causa penal por los hechos de cohecho denunciados, un «nunca me olvides» de episodios propios del kirchnerismo en la obra pública, incluida esa hilarante fantasía del gasoducto Caracas-Buenos Aires que Juró promover a los fallecidos Néstor y Hugo Chávez. A ser realizado por Techint, por supuesto.

Queda la designación neutral del nuevo jefe de Producción o, quizás, un posible cambio en la estructura económica que complique a Guzmán. Eso sí, el Plan Argentina Productiva 2030 que había anunciado Kulfas para sacar de la pobreza a 9 millones de personas queda suspendido mientras se contamina en términos políticos la realización de la imprescindible obra: las dos Fernández se han intoxicado con un gas que aún no salía. del fondo de la tierra, añadían mal olor al fluido. Para que persista la lucha, el rencor y vuelvan a colgar cadáveres en el gancho de la carnicería.

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Fuente: diariocordoba.com.ar

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