La primera decisión: hacer rendir los pesos sin perder liquidez
Una parte central del aguinaldo debería mantenerse disponible, pero generando rendimiento. En el escenario de $500.000, muchos analistas sugieren destinar alrededor de la mitad a instrumentos que paguen intereses diarios, como las cuentas remuneradas de billeteras virtuales. No se trata de invertir a largo plazo, sino de evitar que la inflación se coma el dinero mientras se lo va usando.
Con unos $250.000 colocados en este tipo de cuentas, el dinero empieza a rendir desde el primer día y puede retirarse en cualquier momento. Esto es clave en diciembre, cuando los gastos aparecen sin aviso y la rigidez financiera se vuelve un problema. Cada día que esos pesos generan interés es un alivio para el bolsillo.
La ventaja adicional es psicológica. Saber que el dinero está disponible reduce la ansiedad y evita decisiones impulsivas. A diferencia del plazo fijo, no hay penalidad por retirar fondos ni plazos que respetar, algo fundamental en un mes tan imprevisible como diciembre.
En términos prácticos, este tramo del aguinaldo cumple una doble función: financia gastos inmediatos y protege el poder de compra. No es una apuesta especulativa, sino una herramienta defensiva que hoy se volvió central en la administración cotidiana del dinero.
Dolarizar una parte: la calma cambiaria como oportunidad
El segundo movimiento recomendado apunta al ahorro propiamente dicho. En el ejemplo de los $500.000, destinar unos $150.000 a dólar financiero aparece como una estrategia razonable para quienes buscan resguardar valor y pensar más allá de diciembre. El dólar no genera intereses, pero sigue siendo el activo que aporta previsibilidad.
La relativa calma del tipo de cambio reactivó el interés por dolarizar antes del verano. Históricamente, los meses de enero y febrero suelen traer mayor presión cambiaria, y muchos prefieren anticiparse. Comprar dólares cuando el mercado está tranquilo suele ser más efectivo que hacerlo en medio de la tensión.
Este tramo del aguinaldo no está pensado para gastar. Es el dinero que se guarda para las vacaciones, un viaje futuro o simplemente como respaldo ante cualquier sobresalto económico. En un país volátil, esa tranquilidad tiene un valor concreto.
Además, dolarizar una parte del ingreso ayuda a equilibrar la estrategia general. Mientras los pesos rinden a corto plazo, el dólar cumple el rol de ancla para el mediano plazo, reduciendo el riesgo de que una corrección cambiaria licúe el esfuerzo de todo el semestre.
El margen flexible: adaptarse sin errores
El resto del aguinaldo, unos $100.000, queda como tramo flexible. Esta porción es la que permite adaptarse a lo que vaya ocurriendo en las próximas semanas sin comprometer el esquema general. Puede mantenerse rindiendo en pesos o utilizarse según las necesidades que aparezcan.
Para perfiles conservadores, este dinero funciona como colchón adicional de liquidez. Para otros, puede ser una puerta de entrada a instrumentos simples que permitan aprender sin arriesgar demasiado. Lo importante es que no sea un monto crítico para el equilibrio financiero.
Este margen evita uno de los errores más comunes de diciembre: comprometer todo el aguinaldo de una sola vez. Tener una porción «libre» reduce el estrés y permite tomar decisiones más racionales si el contexto cambia.
En definitiva, este tramo no busca maximizar rendimiento, sino dar flexibilidad. En un mes cargado de gastos, imprevistos y decisiones rápidas, esa elasticidad vale tanto como una buena tasa.
Por qué el plazo fijo perdió protagonismo este diciembre
El plazo fijo tradicional quedó relegado frente a estas alternativas más dinámicas. Con tasas que no se despegan claramente del resto del mercado y la obligación de inmovilizar el dinero por 30 días, hoy solo resulta atractivo en situaciones muy puntuales.
Para alguien que cobra $500.000 y sabe con certeza que no va a necesitar ese dinero hasta mediados de enero, podría ser una opción. Pero en diciembre, esa seguridad rara vez existe. Cualquier imprevisto obliga a romper la estrategia y asumir el costo.
Además, la inflación de fin de año y los gastos estacionales hacen que la rigidez juegue en contra. La diferencia de tasa no siempre compensa la pérdida de liquidez, especialmente cuando existen alternativas que rinden de forma diaria.
Por eso, en el esquema actual, el plazo fijo dejó de ser el protagonista del aguinaldo. No desapareció, pero pasó a ocupar un rol secundario frente a opciones más flexibles y adaptadas al ritmo real del bolsillo argentino.
En conclusión, al recibir el medio aguinaldo en diciembre, es importante considerar una estrategia que combine liquidez, protección del valor del dinero y flexibilidad para adaptarse a situaciones imprevistas. Distribuir el ingreso en cuentas remuneradas, dólar financiero y un margen flexible puede ser la clave para atravesar las fiestas y el verano sin sobresaltos financieros y maximizando el rendimiento de los pesos recibidos.
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