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Cristina, Rapanui y una historia de chocolates con sabor a poltica – Noticias econmicas, financieras y de negocios

«¿A qué hora cierra Rapanui?». La pregunta, emitida por la inconfundible voz que protagonizó decenas de eventos políticos y redes nacionales, se escuchó de manera involuntaria y clara en la habitación y para cualquiera que, a esa hora de la noche, estuviera siguiendo el debate del Senado por Internet. No tomó minutos para que se volviera viral, hasta el punto de, en cuestión de horas, conviértete en tendencia, tanto en Google como en las redes sociales. Cristina Fernández de Kirchner, preocupado por saber si todavía tuviera tiempo para disfrutar de lo que, según descubrió el país, parece ser una de sus marcas favoritas. Quizás no lo sepas. Quizás. Pero, Como todo en la biografía de la vicepresidenta, su sibaritismo también tiene sabor a política..

Rapanui nació en 1996. Su fundador es Diego Fenoglio. Su padre, Aldo, era un inmigrante italiano que partió de Turno a Argentina en los años de la Segunda Guerra. Pasado por Rosario. Además, por Mendoza. No terminó en ninguna de las dos ciudades. Recal en San Carlos de Bariloche, pueblo remoto de la Patagonia, de arquitectura alpina, resguardado a orillas de un lago y custodiado por montañas, un paisaje tan familiarizado con su Piamonte natal que lo adoptó como propio. Había encontrado su lugar en el mundo.

En 1948, abrió una casa de té que también servía manjares. La elaboración de manjares a base de trufas y chocolates había sido una profesión ancestral de su familia. El bautismo Trueno. Terminó siendo Primer chocolatero y heladero artesanal de Bariloche. Como pasan los años, el nombre de la empresa se fusionó con el apellido de su fundador. Se convirtió, simplemente, Fenoglio.

La marca que se convirtió en sinónimo de ciudad. Al punto que una visita a su fábrica -en la avenida Bustillo, recién saliendo del centro, camino a Llao-Llao- fue un excursión de rigor para cualquier turista -adulto, familia o estudiante- que pasará por el pueblo.

Aldo, el patriarca, falleció en 1970. Su esposa, Ins, y sus hijos, Diego y Laura, continuaron con el legado. Hasta que, en 1995Diego decidió caminar solo. Vendió su parte a su madre y su hermana. Al año siguiente, fundó Rapanui. Un cuarto de siglo después, la empresa ha 14 sucursales -tres en Bariloche y 11 en Buenos Aires- y 600 empleados. Una de las tiendas porteos está en Uruguay al 1200, a menos de media cuadra del famoso departamento de la esquina con Juncal., una meca de partidarios y detractores – según la ocasión – de CFK. «Lo tengo a 20 metros de casa», confesó el interesado, en su tecnología fallo.

Diego Fenoglio, fundador de Rapanui

La primera cucharada política de esta historia provino de una compra, en 2006. Apenas habían pasado tres años desde que el fondo DyG, abreviatura de «Development and Management», había debutado en el firmamento local de fusiones y adquisiciones. Solo asume Nstor kirchner como presidente cuando lo firma, un típico Capital privado Creado para cazar las oportunidades que ofrecía la Argentina colapsada de la poscrisis de 2001 y 2002, le compré un clásico argentino, la fábrica de alfajores de Mar del Plata. La Habana, a los bancos acreedores de su anterior propietario, el Grupo Exxel.

DyG estaba en plena expansión. Estaba empezando a pisar utilidades y estaba buscando expandir su portafolio gastronómico. Detectado una presa: una empresa con la que sería clave para Havanna tener una integración vertical. Fenoglio.

Una delicada red de sucesión retrasó la transacción. Además, la difusión de su compra. Por mucho tiempo, DyG mantuvo la adquisición fuera del radar público, hasta que se desentrañó ese estambre legal.. «La empresa se vendió. Pero siempre nos mantuvimos en buenos términos», declaró hace un par de meses Fenoglio Jr., en diálogo con El cronista, a pesar de que, en Buenos Aires de aquellos días, Los abogados experimentados del fondo de cobertura sugirieron una red inmobiliaria mucho más amarga que esa cordialidad endulzada.

DyG tenía tres socios fundadores. Dos habían sido pesos pesados ​​de la Citibank en los 90: Carlos Giovanelli Y Guillermo «Colita» Stanley. El último, El padre de Carolina, quien unos años más tarde ganaría notoriedad por su labor ministerial junto a Mauricio macri, tanto en la Nación como, antes, en la Ciudad. El tercer hombre de DyG fue Chrystian Colombo, último Jefe de Gabinete de Fernando de la Ra y persona de vínculos históricos -políticos y personales- con Enrique «Coti» Nosiglia, con todo lo que estimula en el imaginario popular.

La compra de Fenoglio se vuelve blanca años después. Havanna lo absorbió en marzo de 2012. La fábrica de Bariloche tenía activos de $ 10,24 millones (unos $ 2 millones oficiales en ese momento) y pasivos de casi $ 9 millones ($ 1,8 millones).. Desde entonces, es el logo de la marca Mar del Plata el que, esculpido en madera oscura, aparece en la entrada de la fábrica Bustillo.

Hoy, Fenoglio figura junto a Havanna como una de las marcas de la portafolio de Inverlat, continuación de DyG. Stanley y Giovanelli siguen siendo socios. A ellos, agregó Damin Pozzoli, otro ex banquero de inversiones (Deutsche). Colombo -quien, desde el fondo, tuvo y mantiene influencias en Juntos por el Cambio; especialmente, con el radicalismo que apoya Martn lousteau– continuó con otros activos, pero por su cuenta. También participó en Inverlat Delfín Jorge Ezequiel Carballo. Hasta que asumió, en noviembre pasado, la presidencia de Banco Macro, tras la trágica muerte de su cuñado y socio histórico, Jorge Brito, en un accidente de helicóptero.

En la ultima década, Brito había sido el blanco de la furia de CFK con asiduo. «El enemigo», como lo oyó una vez, en privado, gritar. Stanley también fue el director de Macro. Y, hasta hace un par de años, de Camuzzi, la gasfera que compró Alexander Macfarlane. Este último, un ex director ejecutivo de Edenor, también se sentó en el Junta del banco Brito. También fue víctima del entonces enfado presidencial.

Desde ese punto de vista, se podría afirmar que La preferencia de Cristina por Rapanui equivale a un acto de militancia; a la reivindicación de una marca nacida y en contraste con una empresa nacional que había sido vendida a sus vilipendiados grupos concentrados de capital. Sin emabargo, la realidad no es tan binaria como a muchos les gusta interpretarla.

Diego Fenoglio es, hoy, uno de los empresarios más conspicuos de Bariloche. Este año, invirtió 3,5 millones de euros (unos 375 millones de dólares oficiales) para construir una fábrica en Valencia, España, desde donde distribuir su producto estrella, las frambuesas cubiertas de chocolate. Fra-Nui, hacia Europa Y América del norte.

Sin emabargo, no solo impulsa los proyectos de su propia empresa. Además, participa activamente en la vida económica y social de su ciudad. De ese lugar Se integró a varios comités que recibieron visitas presidenciales, como el de Macri. También, Hay una foto de él en la Casa Rosada, como parte de una delegación de empresarios de Bariloche que acompañaron al alcalde, Gustavo Gennuso, a una cumbre en Balcarce..

Una crónica de ese encuentro, convocó formalmente a la firma de convenios para promover el turismo en la ciudad de Río Negro, describió a Fenoglio ya otros hombres de ese grupo como «partidarios reconocidos del PRO en la ciudad andina».

Este viernes, en una entrevista con el programa «Pasaron cosas», de Radio contigo, Fenoglio evitó responder si había votado por Cristina. De hecho, evito cualquier definición política. Su hija Leticia -quien trabaja con él en Rapanui- es un referente para el PRO en Bariloche, al punto que estuvo a cargo de las fiscalías de Juntos por el Cambio en la ciudad durante las últimas elecciones..

«Prefiero no tener una opinión», se disculpó Fenoglio, cuando se le pidió una opinión sobre las políticas que encarna su famoso cliente. Dice que pagó la contribución extraordinaria por fortunas superiores a 200 millones de dólares y Recordó que había conocido líderes desde antes de su adolescencia. «Tenía 12, 13 años y mi padre me mandó al Hotel Tunqueln para llevarle una caja de bombones a Frondizi«, evocó.» Encontré la situación simpática «, dijo, sobre La publicidad inadvertida de Cristina, una difusión mediática de su invaluable marca. A pesar del sabor agridulce que le pudo haber dejado la anécdota.

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Fuente: www.cronista.com
Esta nota fué publicada originalmente el día: 2021-05-21 16:41:53

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