“Un pueblo armado nunca será esclavizado”, es una de las máximas pronunciadas por el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Desde que llegó al poder en 2019, La importación de armas de fuego se ha disparado en Brasil.
Con sus decretos, la ultraderecha hizo aumentar el registro de cazadores, tiradores deportivos y coleccionistas de 117.000 a más de 673.000superior al número de policías (406.384).
Así lo explica Bruno Langeani, autor del libro «Arma de fuego en Brasil: detonante de la violencia»:
“Desde la llegada de Bolsonaro ha habido una serie de relajamientos en la legislación que generaron una carrera por la compra de armas en Brasil, y ese aumento, dependiendo si el registro es en la policía federal o en el ejército, es del 300% al 500%», dice Langeani.
El escritor también advierte sobre el acceso a las armas por parte de los civiles: “Lo que es más grave es que estamos viendo una compra de una mayor cantidad de armas por ciudadano (…) Hoy un civil puede comprar armas muchas veces más poderosas que los propios policías«.
un riesgo inminente
Según datos del Ministerio de Economía, la cantidad de revólveres y pistolas de fabricación extranjera que ingresaron a Brasil en los últimos dos meses es la más alta en 25 años.
Algunas ONG advierten a la riesgo de que estas armas acaben en manos de milicias y narcotraficantes.
Para Marcelo Costa, expolicía y presidente del club Mil Armas, el sector va viento en popa. “Cuando el actual gobierno dio acceso a las armas, también entendí que teníamos que trabajar juntos. Por eso hemos ampliado este tema de las armas, es decir, con tiendas y puestos”.
“También contamos con un departamento jurídico y administrativo que se encarga de todo el proceso de adquisición y portación de armas”, explica Costa.
Para los que están a favor del porte, las armas son libertad; Los que están en contra argumentan que incluso una minoría radicalizada puede causar un gran daño.
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