La democracia argentina cumple 40 años y son momentos en los que diversos especialistas analizan lo sucedido desde que salimos de la noche más oscura de la dictadura. Sin duda, hay claroscuros y muchas cuentas pendientes.
Una de esas cuentas pendientes es educaciónuno de los problemas que precisamente iba a resolver el voto y la participación ciudadana desde 1983, y que quedó reflejado en aquella célebre frase de Alfonsín que anunciaba (o creía ingenuamente) que con la democracia se come, se cura y se -también- es educado.
Pero pasaron 40 años y lejos de resolver el tema educativo, Argentina estaba agregando nuevos problemas. Sobre todo, por la poca importancia que la dirigencia (no sólo política) le dio al asunto, y el enorme avance de la sociedad del conocimiento, que genera nuevos retos que pocos se atreven a afrontar.
Al final, los números cantan que, en estos 40 años, el país logró cumplir la promesa del mayor acceso a la escuela. Se incorporaron millones de nuevos alumnos, sobre todo en jardín de infancia y secundaria (la escuela primaria era casi universal). Y también había más inversión de la Ley de Financiamiento (2006), aunque la meta del 6% del PIB se cumplió en sólo dos años.
Pero más recursos no hicieron que esta mayor inclusión de estudiantes se tradujera en un mejor aprendizaje. Todo lo contrario. Hoy, solo 43 de cada 100 estudiantes terminan la escuela primaria a tiempo y en un nivel aceptable. Y solo 16 llegan al final del bachillerato en esa condición.
Mientras tanto, otros países -incluso de la región- están encontrando fórmulas para incluir y mejorar. Un solo dato: Argentina pasó de estar en el 2° lugar de América Latina en comprensión lectora en las pruebas PISA (alumnos de 15 años) en el año 2000, solo superada por México; al 7° lugar en 2018 (última edición de esta prueba), superado por Chile, Uruguay, Costa Rica, México, Brasil y Colombia.
El mundo cambia cada vez más rápido, pero si comparas una escuela argentina de 1983 con esa misma escuela de hoy, no verás grandes cambios. Casi las mismas pedagogías y organización, la misma formación docente. Formatos escolares y de enseñanza que no dan respuestas.
El cierre de las escuelas por la pandemia puso en primer plano la crisis y, al mismo tiempo, el valor que las familias le dan a la educación de sus hijos. Es hora de estar a la altura de esa demanda. porque si bien es cierto que solo en democracia se educa (buena educación se puede dar), también que hay que ayudarla. y lo que se necesita un liderazgo comprometido con lograrlo.
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Fuente: Titulares.com