Nuevo especial de la mañana
1.
Cuatro décadas después del inicio de su carrera, Pedro Almodóvar realizó una película sobre sus orígenes. Allí imagina a Janis, la heroína de Madres paralelas: una mujer que mira los viejos retratos colgados en las paredes de su casa, como si fueran reliquias de un museo familiar. Su madre, que la crió con harapos de flores y sonajeros de Woodstock. Su abuela, que la adoptó un caluroso verano cuando las mujeres jóvenes murieron con solo 27 años. Su bisabuela, que enviudó tras el franquismo, hizo que su marido cavara su propia tumba. Todas ellas madres solteras. Como Janis, que está decidida a aceptar un embarazo aunque su amante no reclame la paternidad. Y el linaje, ¿es una cadena perpetua o un túnel de descubrimiento, la posibilidad de escapar del tic nervioso que abuelas, madres e hijas repiten con la mirada hasta quedar ciegas?
Preguntar de dónde venimos, recordar y recorrer la tierra para acariciar los huesos, es quizás una exploración arqueológica de nuestras emociones. Encuentra a los muertos entre los vivos y viceversa. ¿Cómo se puede enterrar el pasado, si Janis rompe el cristal de su voz cada vez que recuerda a su bisabuelo?
dos.
Almodóvar filma a sus criaturas como si estuvieran atrapadas en las páginas de una revista de diseño. El color de los apartamentos hace gritar las paredes, que a su vez se distinguen del grito de las almohadas mostaza, las fundas aislantes de los teléfonos móviles y las lámparas de piel de durazno. Ni siquiera el hospital donde Janis tiene a su hija es blanco. Toda la imagen adquiere allí una apariencia artificial, no tan estilizada como si estuviera hecha de plástico. Se parece a los objetos que Janis fotografía en su trabajo para una revista de moda: tacones con tachuelas o bolsos firmados por Louis Vuitton. Cada uno de estos bienes se multiplica en la vida de los personajes en forma de cuadros expresionistas, flores de feria y monitores para vigilar a los bebés mientras duermen en sus cunas. El desafío de Almodóvar es perforar estas imágenes saturadas; encuentra emociones genuinas en un mundo de siliconas.
De ahí la importancia de sus actrices, que son carne viva: cuerpos que se acercan, que se apoyan (como la amiga de Janis que la toma de la mano en el momento del parto; o como la propia Janis, que ayuda a Ana, una adolescente embarazada). solo, caminar por los pasillos del hospital). Y también son importantes los rostros que se transforman frente a la cámara: la mirada de éxtasis amoroso que se convierte en sorpresa y luego en decepción. Todo esto forma un lienzo cambiante frente a la imagen artificial, como si la pintura de los cuadros hubiera comenzado a transpirar de repente. ¿Y qué queda cuando las apariencias cambian?
3.
El melodrama, con sus epopeyas de mujeres enfebrecidas de amor, puede ser un festín para el verdugo o su sentencia. A veces las películas glorifican el sentido común y otras veces vislumbran la falsedad de las normas sociales que dan forma a nuestros sentimientos y comportamiento. Y Mothers Parallel responde a este segundo grupo (en una tradición que lo conecta a distancia con otras películas superiores, como Tea and Sympathy, de Vincente Minnelli, More Powerful Than Life, de Nicholas Ray y Heaven Only Knows, de Douglas Sirk) . Para Almodóvar, la vida emocional de las personas no es estática, fluye. Y si hubiera una figura que expresara la cosmovisión de las Madres Paralelas sería la del torrente de un río que corre y no se seca.
Los personajes allí son complejos; están llenos de texturas sedosas y bordes oxidados. Escena tras escena, sus acciones cambian nuestra percepción sobre ellos, evitando las clasificaciones más asfixiantes del género: no hay tóxicos ni saludables, mentirosos ni sinceros, inmaduros ni experimentados, heterosexuales ni homosexuales. Janis expresa claramente esta ética de la composición dramática: una mujer que encuentra a la joven Ana, a la que ve perdida en el prado como un ciervo, y sin conocerla, la acoge y le propone seguir en contacto para acompañarla en la crianza de sus bebés. Pero también es al revés: una mujer que luego le miente a Ana sobre la identidad de sus hijas y le oculta secretos que podrían cambiar su vida.
Algo similar sucede con los giros de la narrativa: hay saltos repentinos que toman impulso tanto del melodrama cinematográfico como de las telenovelas enlatadas. La película conforma un artefacto ficticio flexible porque se transforma al revelar cada nuevo dato o al exponer las decisiones abruptas que toman sus personajes. El resultado es una estructura algo distorsionada (que a veces recuerda la naturaleza cambiante de los melodramas de la década de 1930, como Hurricane de John Stahl o Midnight Dinner de Frank Borzage).
La singularidad de estas vueltas de tuerca es que bordean los límites de lo improbable, pero no acaban en el mero efecto (el clásico cliffhanger que utiliza la televisión para mantener secuestrados a sus espectadores). Lo que hace es profundizar en el drama hasta abrir nuevos pasajes: los protagonistas se vuelven más elásticos, el deseo indescriptible, la narración desinhibida. Almodóvar escapa al drama matemático que convierte a las personas en fórmulas estadísticas.
cuatro
El regreso a los orígenes de las Madres Paralelas es un regreso al descubrimiento de que no hay una naturaleza dada en hombres y mujeres: que lo que Janis y su séquito sienten sobre la maternidad o sobre los afectos estaba soldado al calor de la historia (la de sus propios intimidad y toda una sociedad). Almodóvar descubre lo verdadero en lo falso y lo falso en lo verdadero. Tampoco hay dicotomías.
Si hay otra curiosidad en la película es la de establecer un paralelismo que salta explícitamente de la escala personal a la histórica, reconociendo las sinergias entre un ámbito y otro. Cuando comienza la película, Janis intenta que un equipo de antropólogos forenses inicie una excavación para recuperar el cuerpo de su bisabuelo y otros nueve disidentes asesinados por el régimen de Franco. El Estado se mantuvo indiferente y el ejercicio de la memoria que encarnan Janis y el resto de la familia tiene un poder ilusorio: volver a los orígenes para no olvidar, romper algo del presente. Reconocer (otra vez) que no todo está dado ¿Qué son las películas sin memoria? Un cine que ha perdido su invención.
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Fuente: lmdiario.com.ar