El concepto de «mula» en el mundo criminal ya no es exclusivo de las organizaciones de narcotraficantes o contrabandistas. Ahora también lo utilizan las bandas que se dedican al estafas virtuales. Y el sistema que utilizan los segundos se inspira en el de los primeros: contratan a extraños para mover, poco a poco, y sin despertar sospechas, el dinero sustraído a las víctimas.
Las estafas cibernéticas se multiplicaron en número de casos, variantes y cantidad de dinero robado en los últimos dos años. Desde hackeos de cuentas homebanking hasta cuentos de tíos en WhatsApp, las pandillas demostraron grandes habilidades de ingeniería social y tecnológica para engañar a sus víctimas. Pero tenían un problema: quedaron expuestos al investigar a dónde iba la plata. Siempre aparecía una cuenta propia o relacionada con el estafador.
La novedad apareció este año, según se desprende de investigaciones de diferentes fiscales especializados en ciberdelincuencia, y consiste en la contratación de «mulas». Son personas de escasos recursos o extranjeros recién llegados al país que cobran desde $5 mil hasta $50 mil por prestar tu CBU, o directamente abriendo paquetes de cinco cuentas a tu nombre y entregando las claves de acceso. Ahí va el dinero de las víctimas de las estafas.
En lo que va de año, la Unidad Fiscal Especializada en Delitos Informáticos de la Ciudad de Buenos Aires (Ufedyci) ya detuvo a algunos 70 mulas involucradas en diferentes casos de estafas virtuales. “Lo detectamos a través de la denuncia de particulares. Se comienza a hacer la investigación con el recorrido del dinero de las llaves que le quitaron a la víctima. Se transfieren a varias cuentas desde esa cuenta, en pequeñas cantidades”, dijo. Clarín Daniela Dupuy, directora del Observatorio de Ciberdelito y Prueba Digital en Investigaciones Criminales de la Universidad Austral (Ocedic).
Luego, los investigadores pueden ver quién recibió el dinero y, en algunos casos, lo retiró en efectivo de un cajero automático. “Puedes llegar hasta ahí”, dijo Dupuy, quien también coordina la Ufedyci, y advirtió que siempre es “un lugar similar”.
“Estas son personas que fueron contratadas para prestar sus cuentas para retirar dinero. Se lo dan al líder de la banda en la mano. Algunos desconocen el origen del dinero y otros son parte de esa maniobra”, graficó.
Los drenadores de cuentas
La modalidad de utilizar mulas para apoderarse del dinero sustraído durante una estafa dio origen a un nuevo servicio que se ofrece en Telegram. Llamó «drenadores de facturas» Y, como su nombre lo dice, lo que hacen es sacar dinero de las víctimas de una estafa.
Vale aclarar que en el mundo de la ciberdelincuencia más “profesional”, existen roles y funciones bien segmentadas e independientes.
Volviendo al ejemplo de la estafa del fake homebanking, para llevarla a cabo hay diferentes etapas. El modo se conoce como farmacéutico. Y consiste en robar el nombre de usuario y la contraseña de una persona engañándola con un sitio ficticio.
En el proceso, primero hay alguien que clona el diseño del sitio web del banco, para que la víctima crea que está ingresando al lugar correcto. Luego, otra persona monta la “estafa” -como se dice en la jerga- en Internet y la posiciona con anuncios pagados en buscadores y redes sociales.
Entonces, al escribir el nombre del banco en el buscador, la página falsa aparece entre los primeros resultados. Cuando una víctima entra y pone sus datos pensando que está en un lugar seguro, en realidad le está dando acceso a un extraño. Entonces pueden pasar dos cosas: quien obtiene los datos los vende en Telegram o en el web oscurao bien, contratar a un «vaciador de bancos» a cambio de una cantidad fija para extraer el dinero hormiguero.
Los vaciadores son los encargados de desplegar reclutadores en el territorio en busca de las mulas que abren cuentas a su nombre y entregan las llaves. A veces lo hacen con ayuda de punteros en barrios populares. Todo se hace a cambio de sumas fijas de dinero.
Una investigación reciente encontró que una pandilla pagó a cada reclutador $50,000 por cada mula que consiguieron. A su vez, a cada mula se le entregó entre $40.000 y $50.000 por cada paquete de cinco cuentas abiertas a su nombre en bancos digitales o cripto exchanges y la entrega de credenciales de acceso.
“Hay esquemas a nivel doméstico o profesional. El que solía hacer un estafa, es decir, una captura de datos en una web clonada tenía que reenviar el dinero a una cuenta propia. Ahí es donde empezaron a caer. Hace cinco años se hizo así y nadie lo investigó. Así surgieron las mulas, empezaron a engañar a la gente diciéndoles ‘necesito que me presten su cuenta para hacer una transacción’ o a las personas de bajo poder adquisitivo o comprensión les decían ‘pásame el CBU’ y les transferían el dinero ahí para reenviarlo a un tercero o sacarlo por cajero automático o pago fácil”, explicó a Clarín el fiscal Alejandro Musso, de la UFIyJ Vicente López Oeste, quien realizó la investigación por la que cayó el Clan Apaza.
Esa banda estaba liderada por cuatro hermanos de nacionalidad peruana y bajo el apodo @Flakita en Telegram, vendían datos de tarjetas de crédito robadas a través de phishing. Se cree que vendieron, con datos robados, al menos 2.500 tarjetas de crédito entre el 7 de enero y el 26 de septiembre de 2022. Por el caso hubo 20 allanamientos y 14 detenciones.
“Los cobradores de cuentas construyen estructuras piramidales para enmarcar las mulas de primer nivel, segundo nivel e incluso tercer nivel en algunos casos”, dijo Musso.
El esquema está hecho para que los estafadores y los drenadores de cuentas permanecer siempre invisible. Los vaciadores cuentan con un coordinador que se encarga de la gestión de los reclutadores. Los reclutadores conocen al coordinador pero no al escurridor. Los reclutadores se ponen en contacto con las mulas, que nunca se enteran de quién es el coordinador. El dumper y la pandilla para la que trabaja son imposibles de rastrear.
“Por más que aprisionas a las mulas nunca llegas al basurero. Para eso se comunican a través de aplicaciones como Telegram o Signal que permiten el anonimato. La particularidad de Telegram es que no coopera globalmente con las fuerzas del ordenMusso explicó.
A la vista de todos por Telegram
La investigación del Clan Apaza tuvo la novedad de haberse convertido por primera vez en una pandilla que operaba en Telegram.
“Hoy ya no existe la venta de datos para el web oscura porque es difícil de manejar. Deja a mucha gente fuera del mercado”, dice el fiscal Musso.
En Telegram, las bandas de estafadores o quienes les venden servicios interactúan en los canales de transmisión, donde los participantes permanecen en el anonimato al ocultar su número de teléfono bajo un apodo.
“Ahí es donde se venden CBU, CVU, vaciadores de cuentas, logos (como se llama a un perfil de homebanking robado)”, dijo el fiscal.
que pasa con las mulas
Tanto en las investigaciones realizadas por la Fiscalía especializada en Ciberdelincuencia de la Ciudad como en Musso, que es una de las que agrupa casos de ciberestafas en la Provincia, la situación de las mulas se resuelve rápidamente.
“Entre sentencias condenatorias y juicio probatorio, en el 90% de los casos de mulas detenidas se resolvieron las situaciones”, dijo el fiscal Dupuy.
Por haber sido parte de una estafa, una mula puede recibir hasta 6 años de prisión, al igual que el resto de la pandilla. “El tema requiere un análisis más dogmático. Para aplicar una sentencia tenemos que estar seguros de que la persona sabía, que actuó con dolo, con conocimiento y voluntad de que el dinero era de origen delictivo”, explicó el director de Ocedic.
En Provincia, el aspecto es similar con respecto a las mulas. “Inmediatamente tomamos decisiones alternativas de conflicto, como suspensión del juicio anticipado, o condena en juicio abreviado. A los tres días ya tienen resuelta su situación procesal”, dijo Musso.
Durante la cuarentena detectaron que muchos jóvenes de clase media e incluso de clase media alta estaban involucrados en maniobras de estafas virtuales sin saberlo.
“¿Quieres ser emprendedor? Lo único que tienes que tener es una cuenta. Envíanos tu CBU y te contamos cómo es la metodología”, Lo decía en los avisos que aparecían en las redes. “Mucha gente lo hizo y terminó siendo mula. Así allanamos a una chica que vivía en Belgrano R, nos pudo explicar la secuencia y mostró los chats. A partir de ahí empezamos a detectar que había muchos chicos entre ellos. 17 y 22 años, clase ABC1 que estaban en esta actividad como mulas”, dijo.
mg
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Fuente: Titulares.com