cristina kirchner agregó una frase a su larga lista de dichos que pasaron a formar parte del folclore político argentino: «Que te pongan una banda y te den un bastón no es poder… y ni te digo si no haces las cosas que tienes que hacer».
Puede que los invitados extranjeros que componían el auditorio de la asamblea parlamentaria EuroLat no captaran del todo la alusión a la situación política interna, aunque los aplausos de la tribuna «cristiana» debieron hacerles sospechar que no se trataba de una frase abstracta sino que debería haberlo hecho. un destinatario en particular.
Y, naturalmente, todos los argentinos interpretaron que, una vez más, Cristina lo estaba haciendo una advertencia al presidente Alberto Fernández. De nuevo indirectamente y sin mencionarlo, como cuando ella le envió un poderoso mensaje al entregarle el ya famoso libro «Diario de una temporada en el quinto piso».
El mensaje fue el de siempre: que el Gobierno dirección incorrecta si esperas que se resuelvan los problemas sociales y económicos de Argentina con mesas de diálogo social y promete que se respetarán los precios máximos. La convicción de Cristina es que el Presidente socavará su autoridad a medida que se profundice la crisis, si no toma decisiones drásticas que impliquen un enfrentamiento con los «poderes concentrados».
Más grieta interna: en su discurso, Cristina Kirchner profundizó sus críticas y advertencias hacia la gestión de Alberto Fernández
Es decir, con esos mismos grupos empresariales que el día anterior el gobernador bonaerense, Axel Kicillohabía acusado de ser los principales culpables de la inflación, actuando de manera oligopólica en la producción de alimentos y productos de primera necesidad sin que el Estado desempeñara un papel de interventor y controlador.
No por casualidad, Kicillof invitó al caprichoso secretario de Comercio, Roberto Feletti, y dejó el mensaje de que, en su provincia, las resoluciones de esa secretaría “son ley”. Una forma de avisar que, en caso de incumplimiento de los precios pactados con el Gobierno, se aplicarían sanciones.
El discurso de Cristina sigue esa misma línea de reivindicación de las medidas de confrontación. Y también, como había hecho Kicillof, implica una respuesta tácita al ministro de Economía, Martín Guzmánquien en una entrevista televisiva había pintado un panorama de recuperación económica, baja inflación y protección del salario real.
El kirchnerismo, desconfiado de la iniciativa de Guzmán
La ristra de señales del kirchnerismo deja en claro que no solo no habrá paz con el entorno del Presidente, sino una línea contraria a la solicitada por el ministro Guzmán, quien había pedido un alineamiento del oficialismo con respecto a su programa económico. Sera mantenido. .
Cristina, en su intervención ante EuroLat, puso en términos explícitos lo que el kirchnerismo lleva tiempo insinuando: que no se puede confiar en las declaraciones de buenas intenciones de los empresariosporque cultivan un doble rasero según el cual el intervencionismo estatal es deseable cuando se realizan rescates -como sucedió durante la cuarentena- pero es malo si se trata de redistribuir ingresos.
“Durante la pandemia, el sector privado recibió todo tipo de ayudas. Sin embargo, ante la tragedia de la guerra, el mercado nos responde: ‘No importa, los demás revientan’. el vicepresidente, entre los aplausos de «los pibes por la liberación» que habían llenado el auditorio del Centro Cultural Kirchner.
“Si cuando nos necesitaron, les pagamos sus sueldos, les perdonamos créditos, les perdonamos impuestos, ahora que los necesitamos para el pueblo, para la sociedad, me parece…” y Cristina dejó la frase inconclusa, pero su gesto fue muy elocuente.
Ministro Martín Guzmán prometió que la inflación iniciará una senda a la baja, pero el kichnerismo cree que lo intentará sobre la base del ajuste fiscal
Lo curioso es que el gobierno, incluido el propio Guzmán, ya había dado señales de que estaría dispuesto a tomar algún tipo de medida intervencionista, en el sentido que exige el kirchnerismo.
El ministro, aunque rechazó la posibilidad de un aumento generalizado de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, sí deslizó que se está analizando una herramienta diferente para «captar ingresos extraordinariosgenerada por los aumentos abruptos de los precios internacionales.
¿Una ayuda involuntaria al «tractorazo»?
Guzmán no aclaró cómo sería esta forma de captar rentas sin subir las retenciones y sin desincentivar las exportaciones. Pero ya trascendió en el mercado que el instrumento previsto sería un nuevo impuestoprobablemente con un formato de aporte extraordinario -como el que se aplicó el año pasado para las grandes fortunas- que llega a grupos de los sectores agrícola, agroindustrial, petrolero y minero, quienes han registrado un incremento en sus utilidades producto de los cambios en el panorama mundial. mercado.
Quizás en el kirchnerismo no se ha tomado muy en serio la advertencia de Guzmán, o no se cree que el Presidente tenga voluntad política para ponerla en práctica, y por eso continúan las críticas y advertencias sobre los costos de “no tomar decisiones políticas”.
Pero, en cambio, los eventuales contribuyentes de ese nuevo impuesto sí tomaron al pie de la letra la declaración de Guzmán y ya están adoptando actitudes defensivas. Quizá el ministro, sin querer, ha acabado por darle un empujón a la iniciativa de un «tractorazo» Protesta que se realizará la próxima semana en Buenos Aires, que no termina con la unanimidad de los gremios de productores rurales.
La idea de Guzmán aún no se conoce oficialmente, pero ya hay quienes hablan de la posibilidad de recurrir a la justicia, porque la posibilidad de doble imposicióndado que el objeto al que apuntaría la nueva medida sería el mismo que grava en el Impuesto a la Renta.
Pero, sobre todo, los productores están dispuestos a dar el debate sobre las bases económicas, pues niegan ser beneficiarios del aumento de los precios internacionales. Muy al contrario, se quejan de que muchos empresarios agrícolas están viendo disminuir sus márgenesporque los insumos también han sufrido una suba de costo que impactó de lleno en sus costos, mientras que sus ingresos ya estaban erosionados por las retenciones.
De la misma manera, las empresas industriales de alimentos han aclarado que resultados de balance positivos provienen de un alivio en la carga de su deuda y no de un mayor ingreso obtenido por las ventas en el mercado interno. Pero en el kirchnerismo se ha puesto la lupa sobre estos grupos por la decisión de pagar dividendos a los accionistas.
Los productores niegan que se hayan ampliado sus márgenes de beneficio y se muestran defensivos ante un posible nuevo impuesto
Cristina quiere alejarse de la crisis
Lo cierto es que en el contexto político actual, es poco probable que estas denuncias de los productores tengan eco en un gobierno que se siente presionado por la exigencia de “hacer algo”. La publicación de una inflación del 6,7% para marzo, si bien no sorprende, ha tenido el efecto de un shock político.
Al mismo tiempo que se conocía el dato -y también en simultáneo con el discurso de Cristina Kirchner- se volvió a producir otra multitudinaria manifestación de organizaciones piqueterasquien denunció cómo las ayudas estatales no son suficientes para sacar a muchos beneficiarios de la zona de indigencia.
Es ante esta crisis que en el ámbito político la actitud del vicepresidente se interpreta como un intento de distanciarse de los problemas de gestión económica de Alberto Fernández. Un objetivo que tampoco es fácil, dado que la oposición ha decidido convertir a Cristina en el blanco de sus críticas.
Por ejemplo, apenas se hizo el discurso ante EcoLat, el diputado Ricardo López Murphy escribió: «Usted eligió y militó al que tiene la caña y ‘no hace lo que hay que hacer, Cristina Kirchner. Este es el cuarto gobierno de Kirchner. No vamos a permitir que se desvincule de este fracaso'».
Más concretamente, lo que señalan los economistas críticos con el Gobierno es que la inflación actual no es culpa de los «sectores concentrados» sino de una consecuencia directa del «Plan Platita» con la que el Gobierno intentó reducir diferencias con la oposición tras la derrota electoral en las PASO.
Así, en el último trimestre del año se emitieron unos $964.000 millones -cifra que supera la de los tres trimestres combinados-, y que, en términos de base monetaria, implicó una inyección de 28%. Y la gran impulsora de ese plan fue la propia Cristina, que se había quejado de que la austeridad fiscal demostrado por Guzmán hasta ese momento había tenido la culpa de que el frente a todos perdió cuatro millones de votantes en comparación con las elecciones presidenciales de 2019.
Ahora Guzmán promete que la inflación bajará. Y el kirchnerismo aumenta su enfado, no porque no crea en su capacidad para lograr el objetivo, sino porque cree que lo logrará mediante un ajuste fiscal.
Al fin y al cabo, el año pasado Guzmán también había prometido que a partir de marzo comenzaría mes a mes un descenso de la inflación, lo que efectivamente sucedió hasta agosto. Pero el método elegido fue la austeridad fiscal en la que las pensiones acabaron siendo una variable de ajuste.
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Fuente: iprofesional.com