Argentina se distingue por su implementación de la siembra directa desde hace tres décadas, que ha reducido significativamente el consumo de combustibles fósiles, la erosión del suelo y la evapotranspiración. A pesar de estos logros, se reconoce que todavía hay margen de mejora. En este marco, durante la primera reunión de la Observatorio Colaborativo de Asociación Argentina de Maíz y Sorgo (MAIZAR) Huella de Carbono, Se hizo hincapié en la importancia de la eficiencia fotosintética y las prácticas sostenibles en la producción agrícola.
María Inés Di Nápoli, coordinadora del Observatorioenfatizó que, a pesar de la sustentabilidad del sistema productivo argentino, los productos agrícolas no han logrado capturar su verdadero valor en el mercado mundial.
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Un estudio realizado por IBM reveló que el 80% de los consumidores están dispuestos a pague más por productos que no dañan el medio ambiente. Por lo tanto, existe la necesidad de certificar el modelo productivo argentino para aprovechar esta demanda y promover la sustentabilidad en el sector.
El lanzamiento del Observatorio Colaborativo MAIZAR huella de carbono representa un paso importante hacia la promoción de prácticas agrícolas sostenibles en Argentina y su posicionamiento como proveedor líder en el mercado mundial. A través de la colaboración entre diferentes actores de la bioeconomía, se busca impulsar la certificación del modelo productivo y captar el valor diferencial que ofrece la sostenibilidad.
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Esta iniciativa ofrece una inmensa oportunidad para fortalecer la imagen de Argentina como un país comprometido con la protección del medio ambiente y la producción sustentable de alimentos.
La producción de alimentos con menor huella de carbono está alineada con los principios de la bioeconomíaya que busca minimizar el uso de recursos no renovables y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Mediante la adopción de prácticas agrícolas más sostenibles, como la agricultura de conservación, la agrosilvicultura y la gestión eficiente de los residuos agrícolas, se puede reducir la huella de carbono de la producción de alimentos.
“Durante tres décadas hemos estado haciendo siembra directa (SD)cuando el 80% de la agricultura en el mundo todavía se hace mediante el arado. No quitar la tierra para plantar significa reducir el consumo de combustibles fósiles en un 60%, tener un 96% menos de erosión por vientos o lluvias, reducir un 70% la evapotranspiración y lograr una de las mejores huellas hídricas del planeta. Y todavía hay mucho margen de mejora”, explican.
El presidente de MAIZAR, Pedro Vigneauel coordinador del Observatorio Colaborativo, Marías Inés Nápolesentre otras autoridades, quienes invitaron a más actores de la bioeconomía a sumarse al proyecto. “La oportunidad que tenemos es inmensa.«, ellos estan de acuerdo.
Fuente: TN