Durante mucho tiempo, el trabajo del documentalista inglés Adam Curtis fue para mí como el caviar en la música de Zeca Pagodinho: nunca lo he visto, solo escuché sobre él. Hace poco fui a ver la serie de seis documentales que realizó este año con el título “No puedo sacarte de mi cabeza”. Y, como su nombre lo indica, es difícil sacarlos de la cabeza.
El diagnóstico de Curtis es que en las últimas décadas hemos experimentado los efectos de una expansión descontrolada del individualismo. Fenómeno que solo se profundizó con la llegada de las redes sociales. Es difícil predecir a dónde conducirá esto, pero el pronóstico no es optimista.
Curtis se graduó en humanidades en la Universidad de Oxford. Incluso enseñó ciencias políticas, pero pronto se desilusionó con el ambiente estancado de la academia. Dejó todo y se fue a trabajar a la BBC. En los primeros años no hizo nada interesante.
El punto de inflexión llegó en 1992, cuando lanzó la serie “Una caja de Pandora”, en la que creó su peculiar estilo de hablar sobre temas espinosos como la economía, la política y el psicoanálisis a través de collages e imágenes de archivo, con barniz impresionista y banda sonora pop.
En sus documentales de este año, Curtis llama la atención sobre el giro psicométrico que se produjo en los últimos años tras la invención del smartphone. Estos dispositivos que llevamos en el bolsillo se han convertido en los objetos técnicos más íntimos que jamás hayan existido. Son capaces de medir no solo nuestras elecciones racionales, sino también nuestras preferencias inconscientes.
Esta distinción entre el yo racional y el yo inconsciente fue trazada por Daniel Kahneman a lo largo de su vida y sintetizada en el libro “Rápido y lento: dos formas de pensar”.
Nuestro yo racional piensa lentamente y es capaz de resolver problemas lógicos y tomar decisiones que se consideran. El yo inconsciente (que Kahneman llama sistema 1) es rápido, automático, emocional. Es capaz de reaccionar de forma sencilla, sin consideraciones elaboradas.
En la sección Ilustríssima de este sábado (16) escribí sobre lo que llamo “La Gran Ruptura”. Parte de esta ruptura se refiere precisamente al hecho de que nuestras decisiones inconscientes (sistema 1) están ganando cada vez más preponderancia en este contexto de recolección de datos, uso de algoritmos e inteligencia artificial.
Cuando usamos nuestros teléfonos inteligentes, nuestras reacciones emocionales ahora son más importantes que nuestras preferencias racionales. Son los que cada vez se tienen más en cuenta a la hora de ofrecer nuevos contenidos.
Nuestro yo inconsciente genera mucho más «compromiso» que el racional. Los algoritmos saben esto y usan este camino para llamar nuestra atención. Las repercusiones sociales y políticas son inmensas (desarrollé algunas de ellas en el texto del sábado).
Adam Curtis comparte esa preocupación. En su opinión, avanzamos hacia un individualismo aún más profundo. Ya no es el imperio del “yo”, sino el predominio de un solo lado de ese “yo”, precisamente aquello sobre lo que no tenemos control. Cuando este yo segregado se convierte en el elemento que construye la esfera pública, surgen problemas sin precedentes (de ahí la idea de “Gran Ruptura”).
No solo estamos cada vez más solos, este es un nuevo tipo de soledad. Nuestro yo racional está cada vez más aislado y asediado, dentro de nuestras propias cabezas.
lector
Ya era Creer todo en Internet
Ya esnoticias falsas
Ya vieneVidas falsas (que aún piden que ingrese bitcoin)
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Fuente: uol.com.br