Con el agua a 20 grados, bajamar que alargaba treinta metros la playa y 30 grados en la orilla, este miércoles Mar del Plata tuvo su primer día soñado. “Hace mucho tiempo que no se veía una escena llena de gente como esta aquí el 4 de enero. Llevo veinte años trabajando aquí y si está así hoy no me quiero imaginar la semana que viene”.
Hernán Rugo (49), socorrista de Las Toscas, está asombrado por el hormiguero que es la playa, pero agradece «el buen comportamiento hasta ahora». Dice, siempre que no descuide el horizonte, que «es uno de esos días insuperables en los que un hermoso sol, un calor intenso, el agua que está más caliente que los días anteriores se combinan y noto que mucha gente compra y almuerza o merienda en la playa».
Caminar desde Playa Grande hasta Punta Iglesias -unos 5 kilómetros- es una verdadera carrera de obstáculos, una odisea. El regate de un pie, brazo, pierna, paraguas o tumbona se produce cada diez centímetros. No puedes dar tres pasos hacia adelante sin toparte con un juanete o con el omóplato de otra persona.
En balnearios como Varese, Las Toscas y La Popular, los veraneantes están tan abarrotados que para llegar a la orilla o a la calle, según la dirección que tomes, tienes que fuerza un giro de más de cincuenta metros nada agradable si se tiene en cuenta el termostato de la arena: «impisable». Sofía lleva siete años vendiendo pareos en Varese y por la demanda que tiene no puede terminar de hilvanar una frase antes Clarín.
“La gente se acerca mucho, pero la cuarta parte es la que se mete la mano en el bolsillo. Aún así debo decir que Noto más disponibilidad económica. No puntualmente con mi mercadería, pero hay muchos vendedores ambulantes que están trabajando muy bien, algo que no se vio en temporadas anterioresRayos X Sofía, que vende pareos para ponerse en la cabeza. “Acuérdate de esta moda, vas a venir a escribirme una nota”, le desafía.
Un balón desestabiliza una carpa pero la disculpa no basta para evitar el reproche. «Los chicos estan como encerrados, no tienen ni espacio para hacer un castillito«, dice un padre que vio la escena. «Y que la playa se extendía treinta metros gracias a la marea baja, sino sería mucho peor», agrega Rogelio, un veterano de Mar del Plata, conocedor de geografía. «¿Sabes? como te das cuenta cuenta que hay mas gente? Cuando ves las tumbonas prácticamente dentro del mar -señala- o cuando acampan detrás de las tiendas, cuando lo habitual es que parezca un desierto de arena».
«¿Puedes bajar un poco el volumen? Te lo pide amablemente, papá». Una pareja intenta centrarse en «Rescue Distance» y «Kentukis», ambos libros de Samanta Schewblin. A menos de un metro -estamos en La Bristol-, un padre con dos adolescentes tiene «Miénteme», de Tini Stoessel «al taco». No la escuchan, lo que motivó al lector masculino a acercarse al paraguas musical. Se repite este tipo de viñetas que podrían formar parte de escenas de una inesperada vida matrimonial, parafraseando a Bergman.
Bajo los rayos del sol y con la arena a una temperatura superior a los cincuenta grados, la sensación térmica supera los 30° y el mar es la mejor escapada de este horno a cielo abierto. Miles de cabecitas se ven en ese corredor marítimo de cinco kilómetros. «Fijate eso la gente no sale del agua, se quedan más de quince, veinte minutos», desasna Martín, socorrista de Playa Grande. “Normalmente es un chapuzón, unos minutos y afuera, hoy la gente disfruta y se protege refrescándose”.
Juan tiene un puesto de churros a la entrada de Playa Casino, detrás del edificio histórico de La Rambla. Está entusiasmado con el desarrollo de los días. “Me parece que el dinero de la renta se juntará en un par de días si esto sigue así –se santigua dos veces-. Llegó gente en allanamientos entre el lunes y el martes, me doy cuenta, tengo el puesto desde hace cuarenta años y hay caras nuevas que antes no me compraban. El lunes vendí 47 docenas de churros, tortas fritas y bolas de fraile, el martes 64 y tengo 70 este miércoles y tengo dos horas más por delante».
Para Rodolfo Parato, referente del Torreón del Monje, «Mar del Plata convoca a mas gente que antes porque dejo de ser el destino de descarte de los que no pueden salir al extranjero y hoy es una primera opción porque sin duda han mejorado sus prestaciones. Hay buenas ofertas para todos los bolsillos.la gastronomía está a buen nivel y los balnearios prestan servicios pensando en todos los miembros de la familia”.
Carpas y sombrillas superaron el 80 por ciento de las reservas en las principales posadas. “Es la eterna discusión, pero la gente acaba entendiendo que es una opción conveniente. ¿Cuánto cuesta una entrada al teatro? ¿Cuánto cuesta un menú de comida rápida? Aquí pagas entre 10.000 y 14.000 pesos por una carpa para seis personas para un día entero de playa. Hoy está casi todo lleno, porque la carpa, de alguna manera, si tienes la posibilidad, evita las aglomeraciones”, analiza Parato.
Para Juan Salvi, que concesiona los balnearios de Varese, Alfonsina, Alicante y Terrazas, la explicación es sencilla: «Mar del Plata es más bonita, gusta más a los turistas y eso se debe a un trabajo conjunto para que todas las partes sientan la obligación de hacer las cosas bien. Piensa que este año tenemos mayores niveles de ocupación y la gente ya no tiene el boleto anterior, lo cual fue una gran ventaja. ¿Qué significa? Eso ratifica la confianza en la ciudad”.
A lo largo de 2022, Mar del Plata recibió 8.853.246 turistas, el mayor número anual de llegadas desde que se llevan registros. Y solo en diciembre pasado llegaron 882.285 visitantes, informó desde la Entidad Municipal de Turismo. “Hoy estamos al 78 por ciento de ocupación. Estos números demuestran que Mar del Plata es la ciudad más querida y elegida por los argentinos para disfrutar sus días de descanso. Algo debemos estar haciendo bien, porque en un país con niveles de inflación muy altos y diferentes problemas económicos», afirma Bernardo Martín, presidente de EMTUR.
El matrimonio Comensaña tiene tres hijos de entre 17 y 21 años que hasta 2020 veraneaban en Villa Gesell. «Después de lo sucedido con este pequeño (Fernando Báez Sosa), decidimos venir a Mar del Plata. Me da la sensación de que es un poco más seguro, igual que por la noche en las discotecas el ambiente se pone denso, pero no tan denso como en Gesell. Además, siento que aquí tengo un poco más de control sobre los chicos”, dice Luciana, madre de los jóvenes. “Toda la vida íbamos a Gesell, no era fácil cambiar el destino, pero creo que fue una buena decisión», comparte Cyrus, el padre.
Mar de Plata. La entrega especial
PD
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Fuente: Titulares.com