A los 79 años murió Lole Reutemann y con él participó en el automovilismo.
La vida está llena de eventos que la hacen odiosa. La muerte es uno de ellos. Y cuando se trata de la muerte de una personalidad brillante, de esas que serán recordadas por sus virtudes y no por sus defectos, además del odio, se genera mucho dolor.
Ese es nuestro sentimiento al escribir estas líneas: murió el Lole, el gran Carlos Alberto Reutemann, el mejor piloto argentino de la Fórmula 1 después de Juan Manuel Fangio.
Pero el Lole fue mucho más que un gran piloto de carreras, senador y dos veces gobernador de la Revista Santa Fe. Para los que hacemos Parabrisas, fue un maestro que, gracias a sus colaboraciones con nuestra publicación durante la década de los noventa, nos ilustró con sus conocimientos probando autos con una sensibilidad que solo los grandes pueden tener.
Esa condición de ser «el mejor después de Fangio» no es una historia. El Lole comenzó su carrera en el automovilismo cuando ya era «grande». A los 23 años, en 1965, debutó en una carrera de Turismo Mejorado, categoría de la que pasó rápidamente a Turismo Nacional donde ganó varios campeonatos.
Esa actuación y su destacada partición en categorías más competitivas, le permitieron viajar a Europa en 1970, donde demostró su categoría: fue subcampeón de Fórmula 2 en 1971.
En su primera carrera, en el Gran Premio de Argentina, logró la pole position. A partir de entonces, la figura de Reutemann creció con muy buenas actuaciones en los campeonatos de 1972 y 1973.
En el 74 ganó el Gran Premio de Sudáfrica, Austria y Estados Unidos. También subió al escalón más alto en 1975 al ganar en Alemania, una victoria que, junto con muchos otros podios, le permitió terminar ese año en el tercer lugar de la general, detrás de Niki Lauda y Emerson Fittipaldi.
Ese desempeño sobresaliente se desvaneció al año siguiente. Brabham utilizó ahora motores Alfa Romeo con los que no logró el rendimiento esperado. Eso motivó a Lole a buscar un nuevo equipo, y lo encontró debido a uno de los accidentes más memorables en la historia de la F1: el de Niki Lauda en Alemania. Reutemann entró en el equipo Ferrari con un tercer coche, pero en 1977 sustituyó a Clay Regazzoni que dejaba “la Scuderia”. Ese año Lole ganó el Gran Premio de Brasil y terminó cuarto en el campeonato de pilotos.
Cuando Lauda dejó Ferrari, Reutemann se convirtió en el piloto número uno del equipo italiano, compartiendo equipo con otro de los pilotos que se convertiría en leyenda: Gilles Villeneuve. Fue una muy buena etapa en cuanto a resultados para Lole: ganó en Brasil, Gran Bretaña y las dos carreras disputadas en Estados Unidos (Long Beach y Watkins Glen), pero algo andaba mal con “Il commendatore”, por eso fue a Lotus.
En 1980 fue a Williams para acompañar al australiano Alan Jones, terminando tercero con una sorprendente victoria en el circuito de Mónaco. Un año después, Lole y Jones protagonizarían uno de los episodios más memorables de la época: en el GP de Brasil el equipo ordena a Reutemann que le dé la victoria a Jones, pero Lole se niega y gana la carrera. Frank Williams y los mecánicos no participaron en la celebración. A partir de entonces, las cosas no fueron iguales e incluso se rumoreaba que el equipo no brindó el apoyo necesario al piloto argentino. Y había algo de eso.
Con una victoria en el GP de Bélgica, Lole se encaminaba hacia el título. Pero en la última carrera del año, en Las Vegas, Estados Unidos, y con un punto por delante de Nelson Piquet (Brabham), Reutemann rompe el motor en la clasificación, y lo mismo le pasa a Jones. Pero de los dos motores que Williams tiene disponibles, solo uno es nuevo. Frank elige darle a Jones lo mejor. Como resultado, Lole (con un motor usado) termina octavo perdiendo el campeonato por un punto a manos de Piquet.
Hay quienes dicen que las acciones de Williams fueron decisivas para que Lole anunciara su retiro poco después: tenía 40 años.
Escuche el homenaje completo con el discurso de Alejandro Cortina para Radio Perfil FM 101.9.
de Alejandro Cortina
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Fuente: perfil.com