Esta Argentina, que es una verdadera telenovela, tiene actores principales y secundarios. Cristina Kirchner es sin duda un actor principal y cumple magistralmente su papel de villana, tan mala, como la actriz resentida que se regocija con lo malo y detesta lo bueno y lo sensible.
Ayer nuestro villano tuvo la gran posibilidad de ser por unos minutos el bueno de la película y darnos la posibilidad de creer que es más fácil ser buenos que malos. Cristina tenía la gran posibilidad de ser empática y no lo era, lo dejaba pasar o quería que así fuera.
Lo vivido en el Senado de la Nación fue tan emotivo que rompió el más fuerte. La resignación de Esteban Burlich, su mensaje y las imágenes que nos devolvió la pantalla fueron de una emoción pocas veces vista. Burlich se iba no por diferencias políticas o actos de corrupción, renunció porque tiene una enfermedad cruel que no le permite desempeñarse como quería y porque su intención es dedicar la mayor parte de su tiempo a su familia y a la fundación creada para aliviar a quienes padecen la misma enfermedad. En el peor momento de su vida piensa en el otro. Si no puedes ser empático ante una situación tremenda es porque eres realmente una mala persona, villano.
Antes, cuando los senadores entrantes prestaron juramento, cuando le tocó el turno al cordobés Luis Juez, también hubo momentos de emoción. Ver a Milagros, la hija del Juez, estar en ese lugar, apoyando a su padre y orgullosa de él, ablanda cualquier corazón.
En el entorno no hay nadie que no sienta amor por Milagros, una persona que, como tan bien dice su padre en cada oportunidad, es literalmente un ángel. Cristina no solo no mostró empatía, sino que estaba molesta y perturbada.
Sin duda Cristina es así, no es que represente a un personaje.
Todos imaginamos a un presidente del Senado bajando y abrazando tanto a Burlich como a Milagros. Dejar el frío rol institucional y ser más empático con las pequeñas pero grandes cosas que nos hacen a todos mejores personas.
Cristina no quiso o no pudo abandonar su papel de villana, el que ha interpretado con maestría durante tantos años.
Lamentablemente nunca sabremos si Cristina representa un personaje o si realmente es así: falta de empatía, distante, desinteresada, fría, como alejada de las cosas sensibles de la vida, marcan lo peor de los caminos y nos dan un título. de certeza que nos entristece.
Ayer Cristina pudo haber jugado un papel que siempre reivindicó para ella y su familia pero que nunca pudo hacer para el resto de argentinos. Ayer Cristina, pudo ser lo bueno de esta película casi de terror que los argentinos llevamos tantos años viviendo, pero prefirió seguir siendo la villana, quizás porque en realidad lo es, quizás porque no tuvo la suerte de recibir la educación necesaria. ser mejor persona, o continuar con esta metáfora, la buena de la película. Pobre Cristina …
Fuente: diariocordoba.com.ar