Ola en la era Gallardo a favor de River, como la ola triunfal de Boca en la era Bianchi, destacan por eso, por ser una anomalía en la historia, una mosca blanca que atraviesa el tiempo con la impunidad que brinda el excepcionalismo.
No por nada Los 256 partidos oficiales del superclásico se dividen en tres tercios casi idénticos: 89 victorias para Boca, 83 para River, 84 empates. Son estos números, y no la superioridad circunstancial de uno sobre el otro, lo que hace Que este duelo es el más picante del mundo, porque la rivalidad -el barrio en su origen- se replica en cada municipio, en cada ciudad y se afianza en el campo, caso que no se repite en ningún otro lugar del planeta..
En términos históricos, Este clásico dominical de las 17:00 es un regreso a la paridad básica, que no nos permite anticipar un claro favorito, un ganador natural. el viejo axioma de «No importa cómo lleguen», Nacido al calor de cientos de duelos definidos en detalle, vuelve a tener sentido. Se ha repetido tanto antes que todavía es cierto ahora …
Y la paridad está en el aire. En una encuesta que Olé lanzó en su plataforma web –y que contó hasta la noche del jueves con la participación de nada menos que 50.000 personas– sobre quién ganaría el Super, hubo un Leve ventaja a favor de River: 46 a 41% de los votos, con poca adherencia al empate (13%). Hay un primer vistazo a cómo huelen la calle, el bar y la tabla de surf.
Encuesta: ¿quién gana?
River disfruta de un favoritismo si quieres desperdiciar, más fruto del dominio del tiempo y de la estela que dejó el esplendor del ciclo de los Dolls que el presente del equipo, claramente en reconstrucción debido a la eliminación de varios de los pilares que lo convirtieron en un gigante a nivel histórico. Pero los dos clubes se encuentran en una etapa similar. Boca también reformuló su equipo, al punto que, desde la llegada de Battaglia, abandonó cierto complejo de inferioridad táctica que adoptó en las propuestas de Russo.
Tendremos que ver que pasa Domingo en el verde césped de Monumental, pero el sentimiento con información es que el equipo adoptará una postura más ambiciosa que en las últimas propuestas de Migueme. Esto, hay que decirlo, fue efectivo en el sentido de molestaron río y lo hicieron jugar sin la frescura que suele tener su fútbol, coronado con dos victorias en los penaltis en enfrentamientos directos, un déficit que Boca arrastró con dolor.
En cuanto al fútbol, ambos buscan un nuevo equipo, explorar variantes en posiciones clave, tratando de recrear un equipo ganador que pueda competir con posibilidades de éxito a nivel internacional. Y en este plano, todo es más inestable, menos predecible, más terrenal.
Boca mantuvo la misma fuerza defensiva con Battaglia (Consolidó aún más), con la ayuda de dos molinos de granito (Izquierdoz-Rojo), con Rossi macizo, y un mediocampo que contiene y se despliega para jugar. La inclusión de muchos chicos dio otro juego y otra dinámica a un equipo que, padeciendo una enfermedad endémica por falta de goles, ahora celebra con frecuencia y con cierta fluidez. El nuevo DT está menos apegado a esquemas rígidos, utiliza múltiples módulos que cambia durante el juego tan fácilmente como cambia de intérprete. Puede ser Cardona o Molinas, Medina o Montes, Pulpo o Almond, Briasco o Pavón, Orsini o Vázquez.
River cuenta con su estilo consolidado de presión y rápida resolución, en un Gallardo que nunca se conforma, porque el techo de hoy será el piso de mañana, y en esta evolución también se vio obligado a recurrir a diferentes actores que mejor interpretan la idea. El Millo arrastra algunos ausencias severas, como las de David Martínez o Matías Suárez, hasta su lesión, el mejor jugador del equipo y más allá, pero ahora no parece extrañarlo por el Momento deslumbrante de Julián Álvarez, la -a priori- figura más desestabilizadora de los 22 que salen al campo el domingo 17.
A incógnitas en las formaciones dominan los dos búnkeressí, con algún truco bajo la manga. Otro síntoma de paridad es la desconfianza con la que se guardan los más mínimos detalles.
Mucha presión. En cualquier caso, no debe haber confusión: la falta de un favorito claro no significa que los equipos no se sientan obligados a ganar, ni que pierdan presión para lograr un resultado.. Boca viene de un verano ante Río sin triunfos en los 90 minutos, es cierto, pero les ayudó a despejar algo del clima apocalíptico que suele dominar su vida cotidiana. Esto, ayudado por el cambio de entrenador que suavizó el clima adverso en torno a Russo y una invencibilidad desde su inauguración, con la consolidación de los chicos del club que ayudaron a reconciliar al equipo con la afición, que fue muy crítica a nivel de la en el parte final del ciclo de Miguel.
¿Eso significa que no tienes obligaciones? Para nada. «Si queremos pelear por el campeonato, tenemos que ganarle a River ”, dijo el capitán Izquierdoz. sin vueltas. Una derrota lógica puede no crear una crisis, pero eso no significa que no tendrá costos que enfrentar. Es, por así decirlo, presión positiva, autogenerada, pero presión al final …
Un aspecto diferente de otros superclásicos es que es River esta vez lo que tiene cierta urgencia por resolver, motivado por la necesidad de vencer a Boca en casa en torneos locales y conseguir un título nacional que el ciclo de Gallardo no consiguió. Nada que presagie una tormenta, pero eso tampoco se puede minimizar. Todo dado. No hay villanos favoritos, capítulo mil.
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Fuente: ole.com.ar/