Cuando comencé mi proyecto nómada de vinificación, en 2018 en Niepoort Vinhos, en la región portuguesa del Duero, no tenía idea de cuán importante sería el papel de España; ciertamente nunca tuve la intención de convertirlo en el centro de mi proyecto. Entonces, ¿cómo sucedió? Sí, hubo un elemento de azar y aprovechar las oportunidades donde surgieron. Pero también, entre los enólogos talentosos a los que les propuse colaboraciones, percibí una apertura y una disposición a colaborar que parecían particulares de España.
Celebrada en junio del año pasado, la fiesta del vino iNNoble en Sanlúcar de Barrameda, en la región del ‘triángulo del jerez’ del sur de España, fue una verdadera mezcla heterogénea de lo que está de moda y está sucediendo en el vino español. Nombrado con un cierto guiño irónico al festival de vinos Vinoble relativamente serio en las cercanías de Jerez, iNNoble es presentado por las luminarias del vino Luis Gutiérrez (el crítico de vinos bigotudo con habilidades de DJ sorprendentemente buenas) y el director de innovación de Barbadillo, Armando Guerra, junto con el productor canario Rayco Fernández. . El evento ve a algunos de los mejores jóvenes talentos enólogos de España codeándose, compartiendo ideas y, en general, pasando un buen rato.
Los invitados afortunados en 2021, entre los que parecía ser uno más o menos solitario del Reino Unido, recibieron vinos centrados en el terroir de enólogos de toda la panoplia de las regiones españolas, incluidos Raúl Pérez en Bierzo, Oxer Bastegieta en el País Vasco y Rioja, Miguel Castro en la Sierra de Montilla, Laura Lorenzo (Daterra Viticultores) en la Ribeira Sacra, y los new-walas catalanes Oriol Artigas, Albert Navarro (Celler Tuets) y Francesc Ferré (Celler Frisach)… Difícilmente podría haber una más elocuente símbolo de la vitalidad del vino español. Para mí, iNNoble 2021 fue un momento crucial.
Punto de retorno
Este país tiene tantas fuentes de inspiración para un proyecto como el mío, uno que se nutre de la novedad, la diversidad y el nicho. Lo que he descubierto del tiempo que he pasado en Canarias, Murcia y Andalucía es que, por la unión de tradición e innovación, por el talento, la diversidad de terroirs y la riqueza de variedades de uva menos conocidas, España en su conjunto es un tesoro inagotable.
España también se ha convertido en una lente a través de la cual entiendo la industria del vino y lo que está cambiando en ella. Lo que veo que sucede en España, y está demostrablemente sucediendo en todo el mundo, es un aumento dramático en la vinificación natural o de baja intervención, y un cambio en los valores que afecta no solo a los enólogos artesanales a pequeña escala, sino también a los jugadores más grandes. La agricultura está cambiando. Se está afianzando una actitud de conciencia ecológica. En busca de la expresión del terroir y nuevas alturas cualitativas, los jóvenes enólogos están adquiriendo experiencia en todo el mundo y luego regresan a su región de origen equipados no solo con conocimientos, sino también con un sentido de administración de la tierra familiar, un sentido de responsabilidad por los viñedos abandonados, la uva olvidada. variedades y tradiciones vitivinícolas desaparecidas.
Pienso en Dani Landi y Fernando García, que han hecho de la garnacha montañesa de cepa vieja de la Sierra de Gredos un bien tan preciado; de Alvar de Dios en Arribes del Duero elaborando vinos centelleantes a partir de pequeñas parcelas mixtas de variedades autóctonas como Bastardo y Doña Blanca; Pablo Matallana y Rayco Fernández de Bimbache Vinícola poniendo el foco en la poco conocida isla canaria de El Hierro; Verónica Ortega en el límite norte del Bierzo, en Cobrana, donde elabora un vino de preciosa fragancia y ligero a partir de viejas parcelas mestizas de uvas tintas y blancas; Jorge Monzón en Burgos reviviendo el casi olvidado estilo clarete de la Ribera del Duero; Ale Muchada en Sanlúcar, absorbiendo el saber generacional de los antiguos agricultores de la zona del Marco de Jerez para elaborar Palominos sin fortificar de extraordinaria calidad. Estos son solo una instantánea.
Empezando
Para los vinos más finos disponibles para la humanidad (es una línea tomada de mi película favorita Withnail y yo, por cierto, no es una pretensión de grandeza cabezona), mi viaje comenzó en La Palma en 2018-19, con Victoria Torres. Aprendí de ella la resiliencia que se necesita para tener éxito como enólogo centrado en el viñedo cuando prevalecen las cooperativas, la producción convencional de gran volumen y los extremos climáticos, como la sequía crónica y las olas de calor abrasador (sin mencionar las erupciones volcánicas récord). También aprendí de Torres que con las mejores materias primas, el paciente enfoque de ‘menos es más’ puede producir los vinos más profundos.
En Murcia con Julia Casado aprendí que en la elaboración del vino puede haber mucho más que hacer y vender vino. En 2016, Casado construyó una pequeña bodega modular en medio de un parque natural en Bullas para elaborar estilos aromáticos y frescos de Monastrell. Desde entonces ha trasladado su bodega a una finca regenerativa en la frontera murciana con…
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Fuente: www.decanter.com
Esta nota fué publicada originalmente el día: 2022-02-10 07:13:28