Llegas tarde al trabajo, sales corriendo de casa. Al llegar a la parada de autobús, esperar el transporte público. Ante las prisas, el tiempo de espera se convierte en una eternidad, cuando en realidad solo esperabas unos minutos a que el vehículo se detuviera frente a ti.
El caso anterior es un ejemplo de cómo el tiempo en sí mismo no cambia, pero nuestra percepción puede hacer que parezca más rápido o más lento. Un nuevo estudio investigó nuestra comprensión del tiempo durante la pandemia de Covid-19 y señaló que algunos factores comunes durante el aislamiento social, como la soledad, pueden estar asociados con una interpretación de que las horas tardan más en pasar.
Publicada en la revista Science Advances, la investigación está firmada por investigadores de diferentes instituciones, como la UFABC (Universidad Federal del ABC) y el Instituto do Cérebro del Hospital Israelita Albert Einstein.
Antes de esta investigación, otros ya estaban tratando de entender cómo el período de cuarentena afectó la relación de la persona a lo largo de las horas. “Una de las cosas que ya apuntaban otros estudios es que medidas objetivas, como la edad y aspectos demográficos, no parecen ser tan buenos predictores de esta sensación de cambio en la percepción del tiempo”, dice André Cravo, investigador del el Laboratorio de Cognición y Percepción del Tiempo de la UFABC.
Por otro lado, otros factores que parecen estar más relacionados con la percepción de que el tiempo pasa más lento son las que los autores denominan medidas psicológicas, que eran las relacionadas con aspectos de bienestar, soledad y emociones.
“Son estas medidas las que parecen estar más ligadas a esta percepción de que el tiempo pasa más lento”, añade Cravo.
La investigación se hizo a través de un primer cuestionario publicado en las redes sociales 60 días después de que la OMS (Organización Mundial de la Salud) decretara la pandemia del Covid-19.
“En el primer momento de la investigación preguntamos cómo era la percepción del tiempo en ese momento y también cómo era antes [considerando a declaração da OMS]», dice Raymundo Machado, asistente de investigación en el Instituto do Cérebro en el Hospital Israelita Albert Einstein.
En esta primera recogida de datos, respondieron al cuestionario casi 3.900 personas. De estos, se vio que aproximadamente el 65% informó que el tiempo parecía expandirse. “La expansión temporal es la sensación de que el tiempo no pasa, la persona se aburre y siente que tiene mucho tiempo”, explica Cravo.
Otro eje observado fue el de la presión del tiempo, que se relaciona con la impresión de que no hay tiempo para hacer todo lo que uno quiere. En este caso, cuestiones como el estrés y la baja disponibilidad para el autocuidado tienden a aumentar la percepción de que la presión del tiempo es mayor.
En la investigación, lo que los autores buscaban era comprender la reducción de esta percepción de presión a lo largo del tiempo, algo que se observa en aproximadamente el 75% de las respuestas del primer cuestionario.
Después de recopilar estos datos, el estudio continuó para ver si estas opiniones iniciales se mantendrían. En este caso, semanalmente, se enviaban cuestionarios a los participantes de la primera fase, muy similar al modelo de la primera.
“Para la expansión temporal, se redujo un poco al comparar el primer momento y el último. En cuanto a la disminución de la presión temporal, no varió”, dice Machado.
Sin embargo, una ventaja de enviar estos otros cuestionarios periódicamente fue ver si los eventos de la semana de los participantes estaban relacionados con su comprensión del tiempo.
Por ejemplo, en algunas semanas específicas, algunos encuestados dijeron que se sentían más solos y también informaron que el tiempo parecía pasar más lento. Otros ya dijeron que estaban más estresados y también reportaron que sintieron un aumento en la presión temporal. Así, hallazgos como estos confirmaron lo que ya se había observado en la primera fase de la investigación.
Urgencia y falta de control
Todavía no es posible explicar completamente las razones por las que la comprensión del tiempo puede cambiar, pero algunos estudios ya han rastreado algunas posibilidades. Una de ellas es que cuanto más urgentemente deseas que algo suceda y menos control tienes para que suceda, mayor es la impresión de que el tiempo se arrastra.
Este es el caso del ejemplo del autobús. Tienes urgencia de que él aparezca pronto para llegar a tu trabajo, pero no tienes control sobre ello.
Durante el período de aislamiento social, también se puede adoptar esta explicación. “Las personas que no estaban lidiando bien con la pandemia, como los que se sentían muy solos, posiblemente deseaban que la pandemia terminara pronto, pero era completamente impredecible cuándo terminaría”, explica Cravo. Por tanto, la impresión de que el tiempo era más lento puede haber sido mayor en este grupo.
Por otro lado, otro patrón de individuos que no tuvieron muchos problemas con el período de pandemia, no sentirían tanta emergencia que la situación terminara pronto. “Posiblemente para esta gente el tiempo no se expandió tanto. No era urgente que terminara”, completa el investigador.
Otro aspecto que explica un cambio en la relación de alguien con el tiempo es la enfermedad psiquiátrica. Algunos estudios ya indican que las personas que sufren depresión tienden a tener la impresión de que el tiempo tarda más en pasar.
Este aspecto de alteración en la comprensión del tiempo y las psicopatologías, sin embargo, aún puede avanzar. Según Machado, faltan estudios que investiguen si una percepción alterada del tiempo puede causar o empeorar la salud mental de una persona.
«Sería interesante conseguir personas que tengan ese sentido de [lentidão na passagem do tempo] y monitorearlos para ver si se produciría el desarrollo de algún posible trastorno psiquiátrico», concluye.
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Fuente: uol.com.br