«¡Luisa Mell, corre aquí!»
Si te gustan las mascotas y sigues perfiles de animales en redes sociales, probablemente te hayas topado con la frase que alude a la activista en alguna publicación. Es que el meme se ha vuelto recurrente cuando alguien quiere llamar la atención sobre una situación inusual que involucra animales: el tutor que abraza hasta casi aplastar al perro, el gato que “reclama” comida fresca, etc.
Pero el internet que bromea y elogia el trabajo de la artista es el mismo que potencializa discusiones, expone su vida personal y cancela. “Hablas y la gente reacciona. Como soy polémica, todo se vuelve demasiado grande. Una mentira se convierte en verdad en cinco minutos”, le dice Marina Zatz de Camargo, de 44 años, a Luisa Mell.
Recordada por el 17% de los entrevistados por Datafolha, Luisa es ahora la principal influencer de mascotas en Brasil. Su nombre es mencionado aún más en la encuesta por mujeres (22%). La artista, que inició su carrera pública en 2002 al frente del Late Show! de RedeTV!, ha pasado los últimos ocho años al frente del Instituto Luisa Mell, actualmente Instituto Caramelo, que atiende a unos 400 animales.
Algunos de los rescates tuvieron repercusión nacional, como el de 1.707 perros de un criadero clandestino en Piedade (SP), que incluso llevó a la cadena Petz a dejar de vender cachorros.
Luisa recibe el Hoja en su departamento en Jardim Paulista, en São Paulo, donde vive con su hijo, Enzo, de 8 años, desde su divorcio del empresario Gilberto Zaborowsky. Léo, su mestizo acaramelado (cuyo hermano fue adoptado por Anitta), espera al tutor bajo un cuadro de Nina Pandolfo. Pinguinha, otro perro de la familia, es separado después de intentar pellizcar la espinilla del fotógrafo varias veces.
Es en Instagram, donde tiene 4,2 millones de seguidores, que Luisa da a conocer su trabajo en la protección animal y ambiental. «En la época [que era apresentadora] Recibí muchos correos electrónicos, pero no tenía todo ese odio. Hoy, la gente no está de acuerdo con lo que digo y dice que quiere que muera. No hay forma de no emocionarse”, dice sobre la exposición.
Asegura haber aprendido a usar el linchamiento como aliado en sus causas. Pero no todos los limones se convierten en limonada en las redes sociales.
La activista dice que lamenta la forma en que expuso el caso de un perro que habría sido utilizado para un ritual religioso en 2019. Fue acusada de racismo e intolerancia religiosa. “Estoy en contra de toda forma de explotación animal, pero podría haberme expresado de una manera más amorosa. No entendí que la gente invade los terreiros, ataca [seguidores de religiões de matriz africana], romper cosas. Reflexiono y veo que me equivoqué».
La activista ya no está al frente de las operaciones de la ONG que lleva su nombre, hoy Instituto Caramelo. La escisión se anunció de manera tumultuosa a fines de abril, bajo el intercambio de acusaciones. El instituto acusó a Luisa de no aportar económicamente a la entidad y de ser solo una «chica del cartel»; Luisa respondió diciendo que fue víctima de un golpe de estado para perder el control de la ONG.
El acuerdo entre las partes sigue bajo una cláusula de confidencialidad.
La encuesta de Datafolha se realizó entre el 2 y el 9 de mayo de 2023, con 1.500 entrevistas en línea. El margen de error es de más o menos 3 puntos porcentuales.
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Fuente: uol.com.br