El 10 de agosto de 1548, dos hombres se encontraron en la iglesia de Santa Maria del Giordano en Milán para un feroz duelo. En lugar de espadas, las armas eran ideas matemáticas. Pero eso no hacía menos implacable la lucha, pues el vencedor tendría gloria y fortuna; al perdedor la vergüenza y el ostracismo. Para ambos, que nunca habían salido de la pobreza en la que nacieron, había mucho en juego.
Niccolò Fortuna (Tartaglia, que significa «tartamudo», era un apodo cruel) nació en Brescia alrededor de 1500. Su padre murió cuando él tenía 6 años, dejando a la familia en la indigencia. Autodidacta por necesidad, pronto descubrió su talento para las matemáticas, lo que le valió trabajos como profesor en Verona y Venecia. Sabemos que tenía una familia y vivía con dificultades.
En 1535, ganó fama cuando se enfrentó en un duelo matemático a Antonio María del Fiore, quien había aprendido de su maestro Scipione del Ferro un método para resolver ecuaciones de la forma x.3+px=q. Tartaglia había redescubierto la solución y logró extenderla a otros tipos de ecuaciones cúbicas. Esto le permitió derrotar a Fiore con fuerza.
Pero en 1539 accedió a revelar su método a otro matemático, Girolamo Cardano. Este último prometió que su colega tendría prioridad en la publicación, pero terminó incluyendo la solución en su gran obra «Artis Magnae», publicada en 1545. Esto enfureció a Tartaglia, quien procedió a atacar e insultar a Cardano en sus escritos.
Ludovico Ferrari nació en Bolonia en 1522. Habiendo perdido a su padre en la infancia, se fue a vivir con un tío a Milán, donde se convirtió en empleado de Cardano. Al darse cuenta de la brillantez excepcional del joven, su empleador le enseñó griego, latín y matemáticas, y pronto comenzó a utilizar sus servicios como secretario. Ferrari le ha pagado con total lealtad a lo largo de su vida. Nunca publicó trabajos matemáticos con su nombre, y sus mejores descubrimientos, incluida la solución espectacular de la ecuación de cuarto grado, los cedió para su publicación en «Artis Magnae».
Ante los ataques de Tartaglia, que Cardano ignoró, Ferrari se tomó las molestias por su amo. Entre el 10 de febrero de 1547 y el 24 de julio de 1548 escribió seis panfletos (cartelli), a los que Tartaglia dio igual número de respuestas (riposte). Junto a los insultos y ataques personales, cartelli y riposte tienen un contenido matemático notable. La correspondencia culminó en el fatídico duelo del 10 de agosto. No te pierdas la secuela.
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Fuente: uol.com.br