Este año, el «crédito comercial» del Banco Central superará los US$12.000 millones. A ello se sumarán los efectos sobre la cosecha de la actual sequía
Por Carlos Lamiral
20/11/2022 – 09:00
El empresario se queja. Hace dos años varias empresas del sector textil aprovecharon el tipo de cambio más barato y encargaron maquinaria nueva a proveedores extranjeros para impulsar la producción. En los planes estaba claro que iban a intentar aprovechar el espacio que dejarían las importaciones detenidas por el Gobierno para tomar esa proporción del mercado. El número de empresas textiles se redujo casi a la mitad tras la crisis de 2018 y el efecto de la pandemia. Lo que queda es lo que sobrevivió y el mercado interno se reparte entre menos personas. Pero había un problema: sin dolares traer las máquinas.
El empresario cuenta a este cronista que hace 24 meses encargaron los “hierros” y aún no los podían pagar. Está claro que la denuncia no se escucha muy fuerte, porque se trata de dirigentes que han apoyado con fervor las políticas económicas del Gobierno e insultado las del “neoliberalismo”.
Casos así se multiplican. No hay pyme emprendedora que no tenga un problema.
El vocero de uno de los fabricantes de autopartes más importantes de Argentina, con sede en Santa Fe, también advierte que la firma está teniendo muchos problemas para ingresar al país algunos entradas clavecomo tintas y compuestos químicos. No se descarta que haya frenar la actividad.
Dólares de los exportadores, claves de lo que viene
Para el Ministerio de Economía y el Banco Central, los dólares comerciales constituyen la única fuente de financiamiento genuino. En el mercado de pesos, el Gobierno puede obtener dinero solo para atender el déficit fiscal, pero para comprar insumos en el exterior, la moneda nacional no sirve. No hay muchas alternativas.
Sin financiamiento en los mercados, toda la economía depende de cada dólar que ingresan los exportadores. Y como el Estado no tiene crédito, la fuente que apareció en 2022 fue el sector privado. Según estimaciones de la gestora de fondos MegaQm, este año el «crédito comercial«ascenderá a US$12,578 millones.
El BCRA deberá enfrentar un panorama complicado en 2023.
Y se puede decir que técnicamente sería un «crédito comercial», aunque en rigor era una obligación del Banco Central, que este año hizo que cada importador le dijera a su proveedor extranjero que «estuviera» seis meses para pagarle. Esta cantidad de financiación fuera de los cauces habituales se compone de cobros anticipados equivalentes a u$s 3.658 millones y aplazamiento de pagos por u$s 8.920 millones.
¿Un 2023 difícil y un salto devaluatorio?
Lo que habrá que tener en cuenta para el 2023 es que si se suma lo cobrado por adelantado, más lo que queda por pagar y el dólares que faltarán por la sequíaque se estiman por lo menos u$s10.000 millonesel hueco que queda en las finanzas para el año electoral es de al menos US$22.000 millones.
Ese escenario casi salto devaluatorio inevitable, como lo anticipó el Viceministro Gabriel Rubinstein en el Simposio de Mercado de Capitales del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF). Allí aclaró que el equipo económico solo busca sumar reservas para ejecutar la medida de manera controlada.
Incertidumbre por dólares entre empresas
Mientras tanto, los empresarios que tienen el problema del día a día de planificar la producción tratando de adaptarse a los tiempos de liquidación exigidos por el BCRA. Están a la espera de que Sergio Massa los convoque para incorporarse a la mesa especial donde el orden de prioridades de importación. Fue el único compromiso que la UIA pudo arrancarle a Massa al cierre de la Jornada Industrial en Parque Norte, donde el titular de Sinteplast, Miguel Ángel Rodríguez, le cuestionó que el SIRA no funciona y que el 99% de los casos los proveedores del exterior le dicen que no es posible operar en los plazos solicitados por el Gobierno.
Esa mesa, que está integrada por el secretario de Comercio, Matías Tombolini; no partieron el titular de la AFIP, Carlos Castagento y el de Aduanas, Guillermo Michel, a quienes debió sumarse el Director Ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), Diego Coatz. En la previa, decidieron «aflojar» la rigurosidad del Sistema de Importaciones de la República Argentina (SIRA) para las pymes. Ahora, podrán hacer anticipos de hasta US$50.000 y reducir los plazos a 90 días, aunque eso está por ver.
El SIRA establece plazos de acceso al Mercado Único y Libre de Cambios desde el arribo de la mercancía al puerto de Buenos Aires. Hay que imaginar que si una empresa hace un pedido ahora, tiene por lo menos dos meses hasta que llega a la Argentina y de ahí otros 90 días. En rigor, son al menos 5 meses, salvo que pagues una parte por adelantado.
La posibilidad de una devaluación sigue latente.
Algunas cámaras empresariales han circulado en las últimas semanas un formulario entre sus socios para que detallen el tipo de bienes que quieren importar, posiciones arancelarias, montos. Esperan que en la mesa donde se deciden las prioridades sus aportes sean de primera línea.
Mientras tanto, Tombolini comenzó a pedir a los importadores que adelantaran cuántos dólares necesitarán en 2023. En el Gobierno no tienen margen, porque saben que la “cadena se ha cerrado”. Todo lo que no se pagó en 2022 se tendrá que pagar en 2023 y por más que decidan volver a «pisar» las importaciones, los dólares tendrán que seguir saliendo.
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Fuente: iprofesional.com